Sebastián Muro, el director de esta película, empieza a filmar a su padre, Rafa, un extrovertido empresario organizador de eventos, para un ejercicio de la facultad.
Hipnotizado por la comodidad y displicencia de su padre frente a la cámara, Sebastián continúa filmándolo hasta que, sin quererlo, empieza a contar su propia historia familiar y da con un tema no saldado con su padre: su ausencia de casi una década cuando Sebastián era niño.