Semblanza de un padre, su padre e hijos, y en la búsqueda de respuestas, también crecen las figuras femeninas de esta historia, las que, con su acompañamiento y palabras, pero también con su egoísmo e imposiciones, estuvieron al lado de esta casta de hombres.
Entre la ficción y la realidad, el director Sebastián Muro comenzó a filmar, con una pequeña cámara, la trayectoria de su padre mientras que Rafa, un extrovertido empresario de eventos decide, al mismo tiempo, rodar una película para presentarla en la facultad a la que concurre. Hipnotizado por la comodidad y la displicencia de su padre frente al ojo de la cámara, Sebastián prosigue filmándolo hasta que, sin quererlo, comienza a relatar su propia historia familiar y se encuentra con un tema nunca saldado con aquel. Así esta atípica trama recorrerá con humor y con calidez el camino de esos personajes que necesitan conocerse más y mejor para saldar viejas deudas, entre las que se cuenta el largo alejamiento de Sebastián con su ahora casi desconocido padre. El realizador del film juega cómodamente con los episodios cotidianos y con los sucesivos ejemplos por los que debió transitar para lograr que su propia vida llegue a la pantalla grande y así, desde ella, mostrar a la paternidad como problema y, al mismo tiempo, poner atención para poder reparar las heridas del pasado. La mayor parte de sus muchos allegados aparece en el film y así se logra un excelente clima que va descubriendo alegrías y tristezas de ese grupo que emociona por su ternura y por sus recuerdos.
BÚSQUEDA INTUITIVA "A pesar de una inmensa distancia entre un hijo y su padre, nada es casual y cualquier proyecto resulta ser una excusa para un pendiente y sanador viaje de introspección." Rafa, su papá y yo, 2020. Sebastián Muro, es el Director de esta película. El proyecto es un documental. Primero consideró otras ideas, filmar a un amigo, luego a su novia, hasta que optó por su extrovertido padre, a quien no le dice papá: Rafa, un extrovertido empresario organizador de eventos, para un ejercicio de la facultad. Hipnotizado por la comodidad y displicencia de su padre frente a la cámara, Sebastián continúa filmándolo hasta que, sin quererlo, empieza a contar su propia historia familiar y da con un tema no saldado con su padre: su ausencia de casi una década cuando Sebastián era niño. La regular voz en off de Sebastián como relator, con una desestructurada y desordenada cámara en mano, postergando los planos fijos, entre otros, coincidentes con la comparecencia de réplicas sutiles, hasta que todo en su universo va acomodando viejas piezas de un rompecabezas infantil. Para Rafa el rencor hacia su padre, no es cuota pendiente, debido a una cuestión de madurez o por el paso del tiempo. Por su parte, Sebastián se encuentra estancado en la etapa del no perdón. Sin embargo los tres coinciden hasta en sus traumas más inconscientes y el director intenta destapar esa olla a presión, descubriendo las razones de la apatía y darle voz y comprensión a esos antiguos silencios y ausencias de una numerosa y quebrada familia. Las verdaderas razones fluirán siguiendo el linaje masculino familiar, que casi siempre están más relacionadas a la figura del abuelo. En este caso, las otorga el protagonista: Jaime y en cierta forma, la cámara, que atravesó junto a Sebastian, las mismas etapas. "Dicen por ahí que todo viaje es una travesía, en este caso, el protagonista, bucea, aunque sin profundidad, en un reencuentro personal hacia su interior. En una suerte de terapia transgeneracional, investigará la raíz del resentimiento hacia los padres en su familia; los motivos por los que cierto distanciamiento, los mantuvo y mantiene alejados de una relación sana entre padre e hijo, confluyendo en lo que los une y no tanto en lo que los aleja" Claficación: 5/10 FICHA TÉCNICA Dirección: Sebastián Muro Producción Ejecutiva: Andrew Sala Producido por: Nevada Cine Con el apoyo de: Universidad del Cine Edición de diálogos y armado de bandas: Lara Baldino Mezcla: Camilo Molina Montaje: Anita Remón (SAE), Julia Strafacce (SAE) Asistente de Montaje: José Goyeneche (EDA) Corrección de Color: Alana Oses Sonido Directo: John Figueroa, Marilina Gimenez, Carla Finco Tutoría de proyecto: Rodrigo Moreno y Juan Villegas Asesoría Voz en Off: Cynthia Edul Diseño de poster: Marcos Galindez Reparto: Rafael Muro, Fabiana Yanun, Inés Baum, Andrés Muro, Jaime Muro, María Eva Alvarez, Sandra Flomenbaum, Karina Flomenbaum, Lola Muro, Juana Muro, Miguel Angel Esmoris, Luis Muro Crousillat, Palena Muro, Francisco Muro, Antonieta Guerrero de Muro, Luis Lolin Alejandro Muro Guerrero, Carol Lolina Muro Guerrero, Oscar Muro Doig, Mariangel Muro Brandon, Alejandro Muro, José Muro Alcántara.
Cuando en el lugar donde estudiaba cine a Sebastián Muro le dieron como ejercicio que hiciera el “retrato” de algún personaje, lo pensó pero enseguida se dio cuenta que el personaje más interesante que conocía y del que además tenía material ya filmado era su padre, Rafa. Rafa, su papá y yo es el resultado de aquel ejercicio de un estudiante de cine. Rafa y Fabiana se conocieron muy jóvenes y concibieron a Sebastián en ese momento, pero al nacer el niño Rafa y Fabi ya no estaban juntos. Ella se casó con Miguel, fotógrafo profesional, cuando Sebastíán ni siquiera tenía un año de vida. Dos años después Rafa se consigue un trabajo en la cadena Club Med y de ahí en más pasó 7 años dando vueltas por el mundo y solo vio a su hijo esporádicamente, alguna de ellas son contadas por los protagonistas, como cuando teniendo cinco años Sebastián viajó solo en avión a Brasil para pasar una temporada con Rafa. Lo que parece un ejercicio de memoria entre padre e hijo se vuelve un álbum familiar con distintos protagonistas que se van agregando, parejas, hijos de esas nuevas parejas, primos, tíos y Rafa como centro de ese rompecabezas. Sin embargo la figura más importante y que sobresale por su ausencia es la de Jaime, el padre de Rafa. En cierta parte del relato Rafa y sus dos hermanos se reencuentran y deciden hacer un viaje juntos a Perú, donde nació Jaime. El organizador del viaje fue Sebastián, el director del documental, y entonces el viaje y la película cobran otro sentido. Los tres hijos de Jaime se reencuentran entre ellos y van en busca de primos, tíos y sobrinos a los que no han visto en su vida. El viaje sirve para completar el rompecabezas, reconocerse en esos vínculos lejanos pero que a la vez les resultan tan reconocibles. Rafa su papá y yo es bastante más que un retrato de un personaje pintoresco y se convierte en un entrañable viaje al pasado de una familia y la manera de completar la memoria personal y familiar del director. RAFA, SU PAPÁ Y YO Rafa, su papá y yo . Argentina, 2019. Dirección y guion: Sebastián Muro. Intérpretes: Rafael Muro, Fabiana Yanun, Andrés Muro, Jaime Muro, Lola Muro. Edición de diálogos y armado de bandas: Lara Baldino. Montaje: Anita Remón y Julia Strafacce. Mezcla: Camilo Molina. Asesoría de voz en off: Cynthia Edul. Duración: 90 minutos.
Luego de “55 pastillas", cortometraje que se presentó en la Competencia Orizzonti del 72 Festival Internacional de Venecia, Sebastián Muro debuta con un largometraje documental en primera persona sobre los vínculos entre padres e hijos. En Rafa, su papá y yo (2021), el cineasta conduce al espectador por su historia personal para introducirlo lentamente en una saga familiar marcada por las ausencias paternales y donde los hechos se repiten como en loop, aún sin proponérselo y renegando de ellos. Sebastián Muro tiene que hacer un retrato cinematográfico para la facultad y elige a su padre, un organizador de eventos, que anteriormente fue animador, trapecista, trabajó en Club Med… Un extrovertido personaje que se deja seducir por la cámara y seduce a través de ella. Pero a medida que esta lo sigue en su rutina laboral y familiar van apareciendo temas de los que no se hablaban, de esos que se llevan clavados como una espina en el corazón y que se repiten de generación en generación. Es ahí donde aparece una ausencia de casi diez años, cuando Sebastián era un niño, ausencia que Rafa también sufrió de su padre. Y es ahí también donde surge una película. Rafa, su padre y yo es una película sobre aquello que no se dice, que no se cuestiona pero siempre está latente. Sobre la ausencia, la paternidad, los vínculos y la lucha por no repetir la historia. La mayor virtud de Muro es la de hacer colectiva una historia personal más allá de catársis. Los temas, que funcionan como una suerte de espejo, hacen que cada espectador se vea, de alguna u otra manera, reflejado en alguno de los personajes que componen las ramas de este árbol genealógico. Porque en toda familia hay temas que se callan, que duelen y de los que cuesta hablar, por más que todo siempre parezca estar bien.
“Rafa, su papá y yo”. Crítica Estreno de este jueves 8 de abril en Puentes de Cine. Martin Beamurguia Hace 5 horas 0 6 El realizador de este largometraje Sebastián Muro navega por su historia familiar y recorre con testimonios las vivencias de dos generaciones. Traza una línea del tiempo mirando fotos y haciéndose preguntas sobre su padre, el abuelo y él. ¿Por qué hay cosas que nunca se hablan? La resignificación de la relación con Rafa su papá, lo lleva a plantearse muchas situaciones y elabora diversas preguntas. Un análisis de la primera infancia de Sebastián. El camino y las búsquedas de espejos con la posibilidad de toparse con recuerdos que a veces no son gratos. Verdades que uno prefiere no escuchar. La cámara sigue de cerca a Rafa durante todo el rodaje. Se trata de varias secuencias con la palabra y las acciones que toma a diario en su trabajo este organizador de eventos. Los actos de memoria en la cinta también incluían interrogantes. ¿Por qué no viniste a mi cumpleaños? ¿Cuánto tiempo estuviste con mamá? ¿Por qué se separaron? El lente no se queda quieto nunca y está en constante movimiento. Hay tomas en aviones, playas, all inclusive, viajes en auto, actos escolares, cumpleaños, reuniones familiares y la simpática aparición de sus hermanas menores. Su abuela paterna aporta en este revisionismo su cuota memorística y la visión de los sucesos. La producción no apunta a quedarse con un monologo de Rafa, al contrario, se lanza a completar todos los espacios en blancos que le dejaron a Sebastián desde chico. Salir a reemplazar la imagen de un padre ausente puede dejar consecuencias. Un relato que posee orden cronológico, anécdotas, emociones y muchas razones para volcarlo en un rodaje. Si bien es una cinta contada por hombres se ensancha el rol de la madre (que lo fue siendo muy joven) de Sebastián que cumplió la función de papá y mamá durante mucho tiempo. Este film estará disponible a partir de hoy jueves 8 de abril en la sala de cine virtual www.puentesdecine.com Trailer oficial: Calificación Dirección - 86% Actuación - 86% Arte - 86% Fotografía - 86% Guión - 86% Música - 86% 86% La producción no apunta a quedarse con un monologo de Rafa, al contrario, se lanza a completar todos los espacios en blancos que le dejaron a Sebastián desde chico. Un relato que posee orden cronológico, anécdotas, emociones y muchas razones para volcarlo en un rodaje.
El realizador Sebastián Muro redondea un ejercicio temprano de su época de tesis, para un documental que se centra en su propia historia. No es algo nuevo, pero si original en su planteo. Porque la búsqueda de una explicación a la ausencia de su padre en años definitorios de su niñez, deriva en un viaje y en una investigación de ese mal de ausencia que afecto a su familia en una generación anterior. Un seguimiento de testimonios difíciles, dificultosos, donde la verdad se abre paso a través de testimonios y emociones guardadas por mucho tiempo. Una verdad que siempre resulta reparadora aunque cueste decirla, por más que nadie juzga a cada uno de los protagonistas. Un interesante itinerario con vidas paralelas y mujeres definitorias en el recorrido familiar.
Retrato de relaciones familiares con un distanciamiento afectivo muy presente. «Vivo de aquello que los otros no saben de mi» – P.H. A partir un ejercicio de la facultad, Sebastián Muro comienza a filmar a su padre, Rafa, un extrovertido empresario organizador de eventos, mediante la consigna del retrato de un personaje, y termina fotografiando vínculos familiares ausentes que se repiten. Diversas son las situaciones que pueden llevar a un padre, a una madre, a salir de la vida de sus hijos, pero más allá de su presencia física, los ausentes emocionalmente son los que marcan cada pasaje de la vida de esos hijos, ¿cuántas emociones reprimidas pueden llegar a tener? Infinitas… Un origen desde el árbol genealógico, un antepasado que se refleja en el presente, circunstancias preexistentes marcadas por carencia muy presente. «Rafa, su papá y yo» es un documental en primera persona sobre vínculos entre padres e hijos. Muro nos sumerge a través de material de archivo en su historia personal, las memorias de su familia marcadas por las ausencias, donde en algún punto se busca reconciliar y soltar las sombras del padre de Rafa que existen en él, y las traslada a Sebastián. Un relato personal que puede ser colectivo, aquello que no se habla, sin embargo, está escondido, eso que no se dice, pero la incomodidad sale a flor de piel. Relaciones familiares que repiten patrones, y que nunca se rompen. La exposición del interior de una familia que lleva a reflexionar a aquellos vinculantes que siempre cargan con algo. En medio de un viaje como ritual simbólico se busca liberar enojos y así eximir aquellas partidas tomadas como abandono que aún se encuentran latentes impidiendo mejorar las relaciones humanas, delegando actos a terceros por el propio accionar. «La película puede funcionar como un espejo para que todos miremos hacia adentro nuestro y de nuestras familias. De las estructuras invisibles que no se cuestionan pero que sí influyen muchísimo en nuestra vida». Un documental nacido como un ejercicio audiovisual, donde su finalidad radica en terminar evidenciando la complejidad de los propios vínculos ante la interacción que surgen entre los mismos, donde se traslucen momentos de incomodidad los cuales explican dicha dificultad, así como la complicación que existe entre las relaciones de padre e hijo. En síntesis, «Rafa, su papá y yo» es un relato que abarca la paternidad, las ausencias emocionales, sus consecuencias, las relaciones familiares que vuelven a reincidir generación tras generación a modo de círculos sin romper el ciclo, y la búsqueda del reencuentro mediante el perdón para poder aceptar y soltar viejos rencores.
LA HISTORIA SE REPITE Cuando no entendemos nuestro pasado quedamos trabados en el tiempo, y aunque todo avance una fuerza nos lleva hacia atrás. Rafa, su papá y yo realiza un recorrido a través de la historia de una familia marcada por vivir la ausencia de sus padres durante un determinado momento. Sebastián Muro propone un documental sobre su familia. Explora las raíces de sus ancestros en búsqueda de respuestas para su propia vida. Sin embargo, este es un objetivo que al parecer no fue tan claro desde el comienzo. Todo empezó con un trabajo facultativo en el que tenía que elegir un personaje para hacer un film de unos 10 minutos. Luego las filmaciones, de cámara en mano, continuaron porque el cineasta encuentra en esos acercamientos el potencial para decir algo más. Rafa, su papá y yo bien podría ser una historia intimista y dejar afuera a quien lo observa y no pertenece al entorno familiar. Pero encuentra los recursos para explicar los recorridos que se van haciendo y los personajes que van ingresando. Logra interpelar al espectador bajo esa búsqueda de identidad, pero también desde la naturalidad que muestra en su realización. Sebastián, además de director, es uno de los personajes de esta película. Sus intervenciones como protagonista aparecen siempre desde la voz. El es quien va filmando los diferentes momentos. Es así como se propone una mirada desde sus ojos. Este mecanismo genera una mayor empatía con quien lo mira porque, aun sabiendo que un film tiene un trabajo de edición, montaje y selección, se lo presenta con una naturalidad tal que nos parece estar viendo todas las decisiones que se han tomado para llegar a esos caminos. El film contagia esa idea de sorpresa que va teniendo el director a medida que encuentra motivos nuevos para seguir filmando. Y luego se intensifica este aspecto cuando deciden ir en busca de familiares desconocidos. Rafa, el padre de Sebastián, es un gran personaje y uno de los motivos que hacen del film más llamativo. Todo comienza con él y luego ese camino continúa hacia lugares que no estaban planificados. Carismático, polémico en algunos aspectos, pero querible en la honestidad de sus actos, logra captar la atención. Vemos a una persona que le gusta de por sí ser el centro y que disfruta de su lugar como personaje elegido para el film. Pero también nos encontramos con su tensión cuando se acerca a momentos en los que no puede fingir que ya no sabe cómo seguir haciendo reír a los demás. Sebastián Muro nos acerca a una historia que se vuelve un misterio y que, a su vez, se anima a entrar en el dolor. Hay una insistencia, una obsesión por querer hablar, con poder generar la instancia posible que les permita como familia desenredar momentos en los que quizás, sin querer, se generaron malestares.
Dentro de la producción de documentales, aparece, casi como una especie de subgénero en sí mismo, el de la historia familiar reconstruida por el propio director: a partir de recuerdos, fotografías, filmaciones caseras y otros elementos, construyen un relato enmarcado dentro del entorno familiar. Muchos de ellos no hacen más que una básica exploración sobre su historia personal –una catarsis íntima sobre situaciones sucedidas-, sin que ello signifique que puedan encontrar un material verdaderamente rico para una construcción cinematográfica: no cualquier historia sobre el entramado familiar puede dar lugar a un tema que trascienda el mero relato y refleje una temática más totalizadora. En “RAFA, SU PAPA y YO” Sebastián Muro, recorre justamente ese camino, yendo de lo particular a lo general. Inicia el recorrido con una experiencia totalmente personal, filmando a su padre para un trabajo práctico que debía presentar en la Facultad, y a partir de allí aparecen diferentes temas que se van entramando con la historia familiar y que sirven de vehículo para explorar las posibles construcciones de la figura paterna, que inclusive se repite, casi calcado, a través de las generaciones. Cuando Sebastián era niño, su padre estuvo casi una década completamente alejado de él trabajando dentro de la organización de eventos y el área de entretenimientos en un resort en el exterior, del que no regresó por voluntad propia sino por un conflicto laboral que causó su despido y lo trajo nuevamente a Buenos Aires. Como dice el refrán popular “el zorro pierde el pelo pero no las mañas” y Rafa sigue teniendo, a pesar de haber pasado muchos años, ese perfil de dandy, de un seductor bon vivant que sigue desplegando su encanto frente a la cámara para contar abiertamente anécdotas de su vida, aventuras y relatos de juventud con lo que Sebastián va enhebrando sutilmente otro relato. Un relato de abandono que como un juego de espejos, es también el abandono que ha sufrido Rafa con su propio padre, quien en un momento dado, emigra al exterior con su nueva esposa y pierde total contacto con sus hijos y del que sólo tendrán información a través de un libro de memorias que publica con su nueva pareja, señalándolos incluso angustiosamente como sus “errores anteriores”. Así como el abuelo del director inició en un momento una nueva vida, también vemos que en el presente, Rafa también ha tenido una segunda oportunidad, con un nuevo matrimonio y sus hijas (hermanas del director) en donde también se lo muestra con un estilo de paternidad diferente, mucho más presente y conectado con ellas, con un vínculo más protector y amoroso. Si bien en algún momento Rafa se propuso fehacientemente no ser como su padre sino “ser un buen padre” (sic), Sebastián Muro toma este punto para poder preguntarse sobre el hecho de qué es ser un buen padre y asimismo poder hablar sobre los diversas formas de paternidad (por momentos Rafa sigue intentando romper el hielo con una mirada cómplice y cargada de lo sexual para vincularse con su hijo, mientras que con sus hijas parece ser un padre diferente), las marcas del abandono, el amor y el desamor y los rastros que dejan las intermitencias entre presencia y ausencia, y como ha impactado todo esto en el rol de las mujeres de la familia, quienes han quedado marcadas por la “desaparición” y por el hecho de tener que cumplir con su rol de madres a solas. “RAFA, SU PADRE y YO” termina recorriendo el camino propuesto, para dar testimonio de las heridas por las ausencias, de ese tiempo pasado que es imposible de recuperar, del intento de no repetir esos patrones dolorosos que han quedado instalados en el seno familiar, de poder sacar lo silenciado a la luz y de seguir en la búsqueda de esas instancias de reencuentro, para sanar las heridas del pasado, en caso que todo esto fuese posible.
El director Sebastián Muro parte de una idea tomada como primigenio ejercicio académico, transformando la experiencia lúdica en un suceso revelador que contará una historia personal y, través de la cual, establecerá un diálogo paterno-filial en un tono íntimo que jamás antes se había materializado entre ambos. De esta forma, el relato de episodios cotidianos muta en un sanador saldo de cuenta pendientes entre ambos, y este retrato de intimidad en situaciones personales cobra un hondo matiz. El personaje de Rafa, en sus quehaceres diarios, otorga un sello de liviandad a semejante caudal emocional con su excéntrica personalidad, al tiempo que ciertos patrones familiares se nos revelan en esta radiografía cronológica que recurre a la digitalización del archivo genealógico, consistente de registros en fílmico, super 8 y VHS familiares. El cine, en su eterna quimera como motor de búsqueda identitaria y resignificando su naturaleza en la mirada autoral, se adivina aquí como puente para el vínculo indestructible que una al cineasta y su objeto de observación.