LOS CONDENADOS
El director Diego Marcone mete su cámara entre un grupo de trabajadores de la tarefa (la cosecha de la yerba mate) en el pueblo de Montecarlo, provincia de Misiones, para retratar de manera casi física cómo es esa dura actividad, y en un segundo plano ir revelando las dificultades a las que se enfrentan, desde un empleo casi esclavo hasta sus horizontes vedados y sus problemas con el alcohol. Raídos es un documental de observación con toda la belleza formal de este subgénero, pero que a la vez se acerca al cine de denuncia con un pudor significativo: porque pone a los protagonistas a explicarse sin necesidad de subrayados ni de los típicos paternalismos en los que caen muchas veces este tipo de propuestas.
Decimos que la cámara de Marcone retrata de manera casi física, porque se pone cuerpo a cuerpo con los laburantes mientras realizan su tarea. Para el director, felizmente, no hay manera más efectiva de conocer el trabajo del otro que el de acercarse milimétricamente. Y esta decisión formal es lo que muestra la coherencia y la honestidad en el registro, eso mismo que acompañará cada segmento del film hasta su melancólico desenlace: con una circularidad que se va marcando sutil y progresivamente, Raídos da cuenta del carácter estacional de este trabajo, pero en un círculo que no siempre empieza y termina en el mismo lugar. Retrato también familiar, en el film un grupo de hermanos involucrados con la cosecha de la yerba tendrán diferentes posibilidades de continuar su vida. Así es como asistimos a la emotiva despedida del que se va a estudiar a otra ciudad, pero también a la frustrante repetición del condenado a seguir trabajando en la tarefa.
Para editorializar, Marcone entiende que alcanza con los testimonios de los propios tareferos y de sus familiares. La selección de voces es precisa, sin subrayados ni repeticiones. Los trabajadores dan fe de la dureza del empleo, del carácter extorsivo que sufren ante cada paga, de la imposibilidad de un futuro en otro lugar. Muchas veces son relatos conscientes hechos a cámara, pero en ocasiones surge de las charlas que se dan en los momentos de recreo o mientras se espera la próxima tarefa. Es casi la narración de un grupo de condenados. Por su parte los familiares, especialmente las madres, que sufren en silencio y padecen la crueldad con la que su descendencia tiene que pelear el día a día.
De fondo, en Raídos se escucha casi siempre la voz de algún periodista deportivo que habla por la televisión o la radio de los entretelones del mundo del fútbol argentino, desde pases millonarios a los resultados de la fecha. Eso también da idea de un universo masculino de pobreza y exclusión, que tiene al fútbol como una posible escapatoria. De ese universo masculino, de su refugio en el alcohol y de un machismo que siempre está en la superficie, también habla este buen documental.