El retiro de un héroe de acción
El film es una especie de despedida del personaje interpretado por Sylvester Stallone y ofrece a sus fans acérrimos lo que van a buscar: brutalidad, sangre y venganza.
Es imposible hablar de “Rambo: Last blood” sin remitirnos a la historia de Sylvester Stallone, porque no se trata de un filme cualquiera, sino que es una despedida, quizás un cierre de etapa para el robusto actor. Es imprescindible destacarlo también, porque gran parte de estos filmes estuvieron producidos por él, lo que significa que no es víctima de malos papeles, sino también conductor de su destino, para bien o para mal. La carrera de Stallone en Hollywood parece dividirse en tres estadíos.
El primero, exitosísimo, en el más puro cine de acción, con el que se transformó en uno de los actores más populares -y millonarios- a base de testosterona, tiros y actitud “sí se puede”. Las cinco partes de “Rocky”, “Cobra”, “Tango & Cash”, “Halcón”, y la saga bélica de “Rambo”, que nació en 1982. El boxeador y el ex militar son los papeles más icónicos de Sly.
A mediados de los ‘90 su carrera decayó, y en 2006 llegó su reinvención, en lo que podría llamarse la era del sinceramiento y la reflexión: “Rocky Balboa” mostró el ocaso de un ídolo, con una mirada más humana. No era posible separar lo que sucedía en su carrera con lo que vivía Balboa en el largometraje. Ese “realismo” volvió en los últimos años con “Creed”, spin off en el que Rocky entrena al hijo de su amigo Apolo, con dos películas en las que dio una vuelta de tuerca al subgénero deportivo con grandes resultados.
En 2008 intentaría algo similar con “John Rambo”, pero queriendo demostrar que el héroe podía dar pelea de guerra, quedó caricaturizado. Pero de los errores se aprende -o se revienta-, y ese arquetipo tosco se satirizó en “Los indestructibles” (2010) y sus dos secuelas, creando la película más pochoclera que pudo con un elenco coral de figuras de acción. Con esa montaña rusa como carrera, vale decir que esta despedida de John merecía un poco más. La historia es la de un ya retirado y “vaquero” Rambo, que debe volver a las andadas para enfrentarse a un cartel mexicano (el prejuicio continúa vigente) para intentar rescatar a su ahijada, que fue secuestrada.
Por un lado, se pensaría que este “homenaje” a Rambo debería ser más épico, apoteótico al ritmo de los dioses del género de acción, pero por otro, “Last blood” tampoco quiere ofrecer a sus fans acérrimos más que lo que irán a buscar al cine: brutalidad, sangre y venganza. Stallone, a pesar de sus reflexiones respecto de la vida y el mundo del cine, sabe a quién le habla, y por eso es consecuente con la gloria que recibió a través de los años.