Una copla ya pronto serás
El nombre de Ramón Ayala viaja en el viento como esas coplas que se cantan pero se desconoce de donde provienen o quien fue su creador. Esa es la primera de las impresiones al verlo interactuar con la cámara de Marcos López para hacer de lo sencillo de sus palabras y reflexiones sobre la vida un discurso profundo y honesto.
No hay poses o máscaras en el gesto despreocupado de este autodidacta misionero que conoció en carne propia la experiencia de la explotación del Mensú y transformó esa gesta en poesía; en imágenes traídas por las palabras para pintar esos cuadros y adornarlos de música y una voz sentida y auténtica.
Por eso quienes interpretan sus canciones como la singular Liliana Herrero que es uno de los testimonios elegidos por el debutante Marcos López se emocionan y conectan con ese instante de verdad y belleza que describe a un árbol como un gigante que yace en la selva.
Pero además de ser un retrato o un tributo en vida a este indiscutido referente del folklore argentino, Ramón Ayala se nutre de distintas texturas para abarcar por ejemplo desde el recurso de la ficción el desconocimiento del protagonista al no formar parte del mundo de la música popular o de los medios hegemónicos porque la sabiduría no tiene marketing ni vende discos o remeras, sino que se descubre en los lugares menos recorridos o impensados.