Para quienes no conozcan a Ramón Ayala, esta es una excelente oportunidad para acercarse a su obra. Para quienes ya lo conocen, representa un fresco intenso sobre su vida, un retrato vivo que se integra a través del ensamble de distintos elementos que aporta Marcos López, famoso fotógrafo que debuta en la dirección de cine con este documental premiado en el último BAFICI.
Pensar en Ayala, es conectarse inmediatamente con Misiones, su tierra, su música, su sentir. Si seguís la música folklórica, ya sabrás que este popular intérprete(también pintor) ha logrado captar como ninguno, el sabor de su tierra colorada, mostrando en su repertorio, que es capaz de transmitir emoción e historia, al mismo tiempo.
Creador del Gualambao (ritmo de tres pasos con un descanso pensado especialmente para que se baile en su provincia), autor del legendario “Mensú” (donde habla de los procesos de explotación del gaucho en su propio terruño) y también artista plástico (verán en el doc cómo expone su trabajo en un prestigioso museo porteño en La Boca), Ayala es el centro de este relato y López pone al servicio de la tarea, toda la gama de recursos que le conocemos de su primera profesión: la imagen habla, incluso mucho (en ciertos tramos) más que el protagonista de la cinta. Y no está mal.
El novel director muestra que rápidamente puede transferir mucho de su caudal a esta realización en tono de biopic. Lo cierto es que López respeta bastante las convenciones, observa con cuidado a su entrevistado aunque libera cierto margen para jugar con temas transversales (por ejemplo, el vendedor de cds truchos que viaja en trenes ofreciendo su material)y le pone su sello a esta mirada, a través de una (esperable) estupenda fotografía.
Hablarán de Ayala, músicos amigos (Tata Cedrón, Liliana Herrero, Tonolec, por ejemplo) y también su familia y algún fan bastante particular (como para demostrar que el protgonista es seguido sin distinción de clase). Donde acierta el cineasta es en encontrar diferentes perfiles en la obra del hombre que le canta a la tierra colorada. Seremos testigos de su amabilidad, su ternura y hasta su predisposción para charlar con la gente, ese dato, sirve para entender lo amplio de su popularidad.
Sentimos que López, utiliza a Ramón Ayala, como medio para hablar de lo que sucede en el mundo de la cultura, en cada rincón de nuestra tierra. Retrata a un sujeto al que hay que reconocerle su talento, no sólo como cantautor sino como artista plástico, digno de ser admirado. El resultado, es un film colorido, simpático y accesible, esencial para los seguidores del folklorista y quienes deseen descubrir el carisma de su obra.