El zoológico se descontroló
“Era el encargado del zoológico, pero parecía un modelo”… No, no estamos hablando de la canción de Los Fatales; nos estamos refiriendo al bueno de Dwayne Johnson. En esta ridícula y divertida Monster Movie, el amigo “The Rock” interpreta a un primatólogo (y ex-militar) que intentará salvar de la destrucción a la ciudad de Chicago ante el inminente ataque de 3 gigantescos animales mutados genéticamente.
¿Predecible? Posiblemente ¿Profunda? No lo creo ¿Estúpidamente entretenida? Por supuesto.
La película está inspirada libremente en el icónico videojuego Rampage de 1986. Allí, básicamente, un cocodrilo antropomorfo (Lizzie), un lobo gigante (Ralph) y un gorila de proporciones desmedidas (George) se dedicaban a destruir ciudades sin motivo alguno. Esa era toda la diversión, y era más que suficiente teniendo en cuenta la época y los objetivos del juego. En otras palabras, no se le podía pedir más de lo que ofrecía.
Con el filme pasa algo parecido. Si bien algunos le podrían pedir más (porque a diferencia del arcade creado en los comienzos de la industria de los videojuegos, aquí ya han pasado más de 120 años de historia del cine), en el fondo sabemos que eso sería una misión imposible, ya que ni la película se toma en serio la historia que relata (lo cual en este caso es un acierto).
La trama en cuestión sigue los pasos de Davis Okoye (Dwayne Johnson), un primatólogo solitario cuyos principales vínculos son los animales que lo rodean. Su mejor amigo es George, un gorila albino al que tiempo atrás rescató de unos cazadores furtivos en África. Todo va bien, hasta que un experimento científico de la oscura corporación Energyne sale mal e infecta por accidente a George y a dos animales más (un lobo y un cocodrilo) con un patógeno que incrementa desproporcionadamente su tamaño y fuerza. A partir de ahí se desata una carrera contra el tiempo en la que Okoye y una ex-analista de Energyne (Naomie Harris) intentarán encontrar una cura y detener a los monstruos antes de que lleguen a Chicago.
Rampage: devastación se desenvuelve con soltura en un terreno que no muchos logran dominar (la recientemente fallida Pacific Rim 2 -aún en cartel- es un ejemplo cabal de ello). Apunta a lo grande (evidentemente, acá el tamaño sí importa) y tiene la virtud de ir al grano directamente. En ese sentido, abofetea al espectador con toneladas de acción desde el minuto 1 y no se detiene en esas largas introducciones innecesarias que tan frecuentes suelen ser en otras obras del mismo género. La propuesta descansa en 2 factores: la imponente presencia de sus monstruos y el carisma y encanto de La Roca.
En cuanto a lo negativo, lo peor se lo llevan los villanos de la corporación Energyne. Es una lástima que los hayan hecho tan tontos y caricaturescos, porque al no tener antagonistas de fuste, el filme claramente sale perjudicado. Por otro lado, el humor de a ratos no funciona como debería y los personajes secundarios dejan bastante que desear (la peor parte se la lleva Jeffrey Dean Morgan, encarnando a un agente del FBI que se la da de pistola pero en realidad es bastante banana).
Más allá de estos detalles, el filme sale airoso y se deja ver. Obviamente, no es un terreno sencillo, pero su director, Brad Peyton (que antes ya había trabajado con La Roca en San Andreas y Viaje 2: La Isla Misteriosa), logra plasmar en pantalla una síntesis virtuosa de todos los elementos que estas películas deberían tener: espectacularidad, pirotecnia visual, secuencias de acción imponentes y entretenidas, un guión suficiente que acompañe la historia, y una cuota de ese humor absurdo e inverosímil que nos dice que en el fondo lo que estamos viendo no debe ser tomado muy en serio. Por el contrario, hay que relajarse y disfrutar…y comprar pochoclos.