Mágicamente llega a la cartelera argentina una película que parece acondicionarse especialmente al frío que hace. El cine islandés, más bien el nórdico, siempre pisa el suelo del país con la proyección de alguna que otra gema. Así como la nación de Björk y de la selección de fútbol revelación de la última Eurocopa nos dio a conocer el año pasado Historias de Caballos y Hombres, este le toca a Rams: la historia de dos hermanos y ocho ovejas (Rams o Hrutar).
Gummi (Sigurður Sigurjónsson) y Kiddi (Theodór Júlíusson) son dos hermanos que no se hablan hace cuarenta años y viven en un pueblito rural de Islandia, de muy pocos habitantes. Como la mayoría de las personas del lugar, los dos crían carneros de forma metódica, de manera que siempre ganan el concurso anual de la zona al mejor "ejemplar". Cuando una enfermedad epidémica amenace la existencia de sus rebaños, el espectador descubrirá si la enemistad de estos dos grandotes barbudos pasa a segundo plano o no.
El concepto del adjetivo mágico es especial para toda la tropa de películas nórdicas que se estrenan anualmente por esta región. El significado de esa palabra es el siguiente: "Que tiene cualidades que lo hacen muy atractivo y cautivador porque es extraordinario dentro de los de su género". La película dirigida por Grímur Hákonarson es mágica porque es extraordinaria y porque llega a los cines de forma repentina y contundente, como pocas veces al año se da.
Casi muda y sin colores, esta fría fábula teñida de esporádicos gags de humor negro es densa y posee una estructura muy simple. Otro de los aspectos mágicos que reside en este film es que el espectador afín al cine comercial se olvidará de eso que casi nunca ve en las superproducciones. Con algo esotérico en su esencia y con el hipnotismo que produce la historia de estos dos fuertes personajes -con atractivos movimientos a seguir en todas sus escenas-, Rams es un cuento apto para todo público.
El paisaje es uno de los elementos que más implicancia tiene en la construcción de la película bajo el concepto de realización mágica. Uno realmente siente que si coloca un celular o una cámara cinematográfica, en cualquier hectárea del campo en donde viven Gummi y Kiddi, puede sacar una bella fotografía y cubrir cualquier plano de belleza. Rams recuerda a Mandariinid, otro reciente estreno poderoso, no precisamente nórdico, que incursiona en las relaciones humanas dentro de un paisaje frío e imponente. Ambas tan dulces como duras.
Redentora, emocionante y tan humana como una producción de Pixar, la historia se entreteje escena tras escena hasta confluir en un clímax final que sirve de moraleja. Elegida como mejor película en Un Certain Regard, en el Festival de Cannes del año pasado, Rams se fusiona en cartelera con Bajo el Sol (Zvizdan), la ganadora del premio especial del jurado de ese año. De manera simple y efectiva se coloca en una posición destacada dentro de la tropa de películas escandinavas que llegan al país, con cada vez mayor frecuencia.