Rango

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

La leyenda del camaleón

Los perdedores que se transforman en héroes por accidente son los personajes predilectos de los dibujos animados. No hace falta hacer historia: un repaso por los recientes Wall-E, Up, Shrek o Toy Story 3 basta para confirmarlo. El camaleón de Rango se suma a esa larga lista en uno de los primeros lugares. ¿Por qué? Porque es patético, feo, falso, fanfarrón, mentiroso y cobarde. Sin embargo resulta tremendamente seductor y de alguna manera consigue que su destino sea el destino de todos.

Gore Verbinsky, director de Piratas del Caribe, parece sentirse comodísimo con los personajes ambiguos. En cierto modo, Rango es una especie de Jack Sparrow del mundo de los lagartos. Tiene una moral por lo menos dudosa. No es que trate de adaptarse a lo que más le conviene para pasarla bien, sino que vive haciendo equilibrio para que sus sueños coincidan con la realidad. Quiere la gloria antes que el poder y en la zigzagueante distinción entre una y otra se mueve toda la verdad de esta historia fascinante.

Por accidente el camaleón es expulsado de su plácida vida de mascota y queda perdido en una ruta que atraviesa el desierto de Mojave. Su primer interlocutor es un armadillo medio aplastado por una rueda. En la conversación entre los dos animales se concentra el universo de Rango. El armadillo le habla del espíritu del oeste y de la necesidad de cruzar “del otro lado de la ruta”. Un segundo después, el mismo camaleón se salva de ser aplastado tras una serie de accidentes unidos entre sí por un desopilante efecto dominó vial. Pero la verdadera historia del camaleón ocurre en Dirty Town, un pueblo de alimañas que se está quedado sin agua. De manera fortuita, más por comedido que por valiente, Rango se convierte a la vez en la gran esperanza de todos los habitantes y en la mano derecha del siniestro alcalde.

Si bien los rubros técnicos en animación ya no sorprenden a nadie, Rango es toda una excepción, por el nivel de extraña humanidad en el dibujo de cada uno de los animales (tortugas, ratas, serpientes, conejos, etcétera) y por la manera en que la poesía visual, el humor y las citas cinematográficas se integran en una historia que por sí misma se gradúa de leyenda.