Busco mi destino
Antes de ser conocido como el director de la saga Piratas del Caribe, Gore Verbinski empezó su carrera como realizador de comerciales. El más conocido es el de las tres ranas de Budweiser, esas que aparecían a cada rato cantando la marca a coro. Son propagandas cortitas, que apenas duran quince segundos, pero en ese breve lapso se podía ver a un realizador interesado por capturar la personalidad de esos anfibios y con cierta sensibilidad por lo raro. Esa locura y ese amor por el slapstick animal propio de los mejores cartoons de la Looney Tunes aparecería en su máxima expresión en su debut en la pantalla grande, con la subvalorada Un ratoncito duro de cazar, suerte de mezcla extraña de Tom y Jerry con el humor negro de los hermanos Coen. Luego vinieron otras películas un poco más olvidables hasta llegar a lo que fue el gran éxito de su carrera hasta ahora, con las películas protagonizadas por el gran capitán Jack Sparrow de Johnny Depp. Y si bien algo de la impronta de Verbinski puede avizorarse en el primer film de la trilogía y en algunos pasajes de la segunda, daba la sensación de que esa obsesión por lo extraño e inusual estaba restringido por los dictámenes de la corporación Disney, más preocupada por mantener una franquicia a flote cueste lo que cueste.
Pero como le había sucedido hace unos años a otro verdadero autor como Sam Raimi, que abandonó la saga de Spider-Man por la personalísima Arrástrame al infierno, a Verbinski le dieron rienda suelta para que haga lo que quiera, y el resultado es esta cosa tan rara y tan magnífica llamada Rango. Seguro vieron los avances previamente, pero les aseguro que ningún trailer puede representar el carácter bizarro y fascinante que tiene este film. Ya desde la escena inicial, con la lagartija del título recreando historias en su imaginación dentro de su pecera junto al torso de una muñeca y un pescadito de juguete, sabemos que estamos ante algo diferente, fuera de toda norma. En esa escena vemos que el bicho siempre actúa de héroe de sus propias historias inventadas, pero como él mismo dice, carece de la motivación suficiente que lo lleve a comprometerse con ese papel. La oportunidad de hacerlo le llegará cuando, luego de un accidente que lo deja varado en pleno desierto, vaya a parar al desvencijado pueblito de Dirt, acosado por la falta de agua. Una vez allí el verdoso camaleón asumirá la identidad de Rango, será declarado sheriff por el alcalde y se convertirá en la única esperanza de los habitantes del pueblo, que desconocen que están ante un farsante. Las referencias van a volver loco a más de un cinéfilo, desde los paisajes de desierto propios de los mejores westerns de John Ford hasta similitudes con Chinatown, escenas oníricas propias de Alejandro Jodorowsky, alusiones tanto visuales como musicales al cine de Sergio Leone, y hasta escenas de acción que parecen mezclar lo mejor de películas como Star Wars e Indiana Jones. Pero a diferencia de los dibujos de Dreamworks, que utilizan las citas para ocultar que no hay nada detrás, en Rango el director se adueña de ellas y las integra a la historia como si fueran propias, sin guiñar el ojo a la pantalla buscando complicidad, sino como herramientas que empujen la historia hacia adelante.
La atención al detalle prestada por Verbinski junto a su equipo de colaboradores de Industrial Light & Magic es demasiada para el ojo humano. No estamos ante animalitos dulces y cariñosos como para poner en la cajita feliz de un McDonald´s, sino ante bichos sucios y malolientes, de esos que vemos en medio de una ruta y tratamos de no pisar con el auto. Desde una tortuga que se mueve en silla de ruedas hasta un coro de búhos mariachis que predicen la muerte del protagonista a cada rato, con Rango inmediatamente nos damos cuenta de que no estamos ante algo pensado por un comité de ejecutivos, sino ante el resultado de la creatividad y la astucia de un grupo de artistas que quisieron hacer algo extraño y fuera de lo establecido por el mercado cinematográfico infantil. Como le dice el villano al protagonista por la mitad del film, a veces la gente tiene que creer en algo que le dé esperanzas. Yo sí tengo esperanzas, de que existan más directores alocados como Verbinski y sobre todo de que sigan habiendo películas tan originales como Rango.