Subiendo la apuesta
Poderosa como su antecesora, llega la sexta parte de la saga que dio un giro inesperado y sorprendente en la película anterior filmada en Río de Janeiro. Ahora el taiwanés Justin Lin sube la apuesta con una historia que se pasea de manera vertiginosa por España, Moscú y Londres.
Hobbs (Dwayne Johnson) vuelve a reclutar a Toretto, (Vin Diesel), O'Conner (Paul Walker) y a todo el equipo para que lo ayuden a derribar una banda liderada por el delincuente Owen Shaw (Luke Evans) que opera en las principales ciudades europeas. También sigue la pista de una organización de pilotos mercenarios, comandada por Letty (Michelle Rodriguez) a quien Toretto creía muerta y que perdió la memoria.
La trama, plagada de traiciones, bombas, indultos y nuevos caminos familiares que emprenden los protagonistas, sirve como excusa perfecta para construír un relato que hace foco en las tomas veloces, los autos último modelo (algunos blindados) y los flahbacks -a veces innecesarios- de las entregas anteriores.
El segundo tramo echa humo y pisa el acelerador con secuencias de acción imparables y muy bien filmadas que introducen al espectador en el ojo de la tormenta. La escena del tanque destrozando todo lo que encuentra en su camino y, la final, con autos persiguiendo a un gigantesco avión no dan respiro y se convierten en la marca registrada de este exitoso producto.
Una escena agregada sobre el final, pegadita a una leyenda que advierte sobre los peligros de realizar las maniobras y piruetas automovilísticas que se ven en la pantalla, confirma la llegada de una séptima entrega que incluye sorpresa para los amantes del género. Para eso habrá que esperar hasta el 2015, pero mientras tanto Rápido y Furioso 6 tiene todos los ingredientes para no defraudar a sus seguidores y muestra el mismo nivel de la anterior. Explosiva y visualmente contundente.