Sí te ponés a ver la película original del año 2001 es muy loco que hoy parece una producción independiente de bajo presupuesto comparada con lo que fueron los episodios recientes de la saga.
Con la complicidad de los espectadores, que en nombre de la diversión pochoclera, le dejamos pasar a estos filmes todo tipo de escenas delirantes que desafían las leyes de la física, como las viejas películas de James Bond, Rápido y furioso se convirtió en una de las series más entretenidas de los últimos tiempos.
Sabemos que no son filmes que se hicieron para debatir la condición humana, sino para pasar un buen rato con una propuesta que por lo menos tienen una realización impecable.
El director Justin Lin hizo algo muy poco habitual en Hollywood que es tomar una saga y mejorarla con el transcurso de los capítulos.
Por lo general (y abundan los ejemplos) cuando las continuaciones empiezan a aumentar la calidad de los filmes suele decaer y los personajes terminan por cansar. Tenemos el ejemplo de Resident Evil que se convirtió en “El cuento de la Buena Pipa”.
En Rápido y Furioso le encontraron la vuelta para presentar en cada entrega elementos diferentes que hacen que uno siga disfrutando estas historias.
Desde la incorporación de personajes nuevos a los cambios de escenarios en distintos países.
También jugó a favor la buena química que tienen los miembros del reparto.
En esta entrega hay escenas de Tyrese Gibson, quien aporta buenos momentos de humor, que están totalmente improvisadas y te das cuenta por la manera espontánea en que reaccionan sus compañeros cuando hace un chiste.
Esos detalles son los que logran que uno siga disfrutando esta historia.
Lo que hizo el director Lin con la primera persecución automovilística que transcurre en Rusia es brillante. Después queda opacada por la delirante secuencia de acción final que es mucho más épica, pero esa primera escena en las calles de Moscú creo que califica entre los mejores momentos de la saga.
A diferencia de la entrega anterior, Rápido y furioso 6 tiene algunos baches narrativos en el medio de la trama con situaciones que extienden la historia sin mucho sentido.
Por ejemplo, toda la subtrama de Paul Walker en la cárcel al final después no aporta demasiado al conflicto y se podía haber resuelto de otra manera.
Ese es tal vez el inconveniente que tiene este capítulo. La película dura 130 minutos de manera innecesaria y ahí es donde se producen los baches argumentales que no tenía la última producción.
De todos modos el film levanta por completo en el último acto con dos secuencias de acción memorables que se disfrutan a lo grande en el cine.
La escena final deja todo preparado para la séptima entrega que va a ser imposible de ignorar teniendo en cuenta la nueva figura que se incorpora a la serie.
Definitivamente le damos crédito a Rápido y Furioso para una película más.