Era de esperar la sexta. La taquilla lo justifica. El guión no importa, lo que importa es la guita. Eso sí, gratis no es. Hay que darle al seguidor de la saga lo que pretende llevarse. Desde la primera a la sexta los ingredientes son: chicas bonitas, en bikini o shorts de jean, autos con super motores y el rugido de sus motores, y, por supuesto, persecuciones vertiginosas aún si el guión propuesto no las justifica del todo.
Todo eso contiene “Rápidos y furiosos 6”. La historia es una excusa para mostrar los ingredientes pero, como ya dijimos, eso no importa, sino los dólares.
Hay un conjunto de malandrines y mercenarios que manejan re-bien. Responden a Shaw (Luke Evans), probablemente el villano más olvidable de la historia del cine. Hobbs (Dwayne Johnson) va a buscar al equipo de conductores que está diezmado, luego que en el capítulo anterior terminaran forrados en dólares (¿vio?, acá los únicos que no la vemos somos usted y yo). Obviamente tiene algo que ofrecer si no, no hay sexta película. Así veremos escenas de acción tan espectaculares como inverosímiles, aunque en realidad es lo que se propone desde la primera, con lo cual lo inverosímil está bien. Vaya paradoja.
Hablar de las actuaciones no está demás porque los integrantes del elenco son los hombres de acción del momento, y en todo caso habría de señalarse que sin ellos sería otra cosa. Ya tendremos actores de renombre invitados para cuando llegue la décimo cuarta. ¿Seguirá siendo Justin Lin el director? La boletería indica que sí, a juzgar por su autoría de las últimas cuatro.
“Rápidos y furiosos 6” se inscribe en su propia franquicia y vive de ella. Se retroalimenta y se sabe que cuando esto ocurre, como con “Star Wars” (1977 a 1993), “El señor de los anillos” (2001, 2002, 2003) o “X-Men” (2011) los comentarios sobran.
La maquinaria no se detiene. Sigue rodando más de lo mismo.