Rompan todo
Los milagros “cinematográficos” existen. Miren sino lo que ha sucedido con la saga de The Fast and the Furious: una franquicia muerta y enterrada con la execrable Rápido y Furioso 3: Reto Tokio (2006) que cuando nadie lo esperaba logró ser resucitada por el elenco original con la divertidísima Rápidos y furiosos (2009). La impactante Rápidos y furiosos 5: sin control (2011) amplifica aún más los méritos de la entrega anterior trasladando la acción a una ciudad tan fascinante como Río de Janeiro y creando, ¡por fin!, algo parecido a una trama argumental. Los ingredientes clásicos más los nuevos, entre los cuales la participación del carismático Dwayne “The Rock” Johnson no pasa desapercibida, conforman un producto tan contundente como vistoso. La espectacularidad de las imágenes obtenidas por el taiwanés Justin Lin es tan descomunal que en la próxima secuela –ya en marcha luego de los 83 millones de dólares conseguidos en los primeros días de exhibición en suelo norteamericano- se las verán en figurillas para superar a este memorable blockbuster.
El guionista Chris Morgan no descubrió la pólvora con este trabajo por encargo –por otra parte el tercero que realiza junto al director Lin- pero sí es cierto que supo administrar los clichés y estereotipos habituales de la saga mezclándolos con la formulita de los caper films al estilo de La estafa maestra o La gran estafa. El robo sobre el que gira la historia le da una solidez inusual (¡sin exagerar que esto no es Shakespeare!) a esta continuación que reúne a la mayoría de los actores convocados en los títulos previos. Así, regresan personajes como Vince (Matt Schulze), Roman (Tyrese Gibson), Tej (el cantante Ludacris), Han (Sung Kang) y Gisele (la bella Gal Gadot); que se suman al trío integrado por Vin Diesel, Paul Walker y Jordana Brewster. La incorporación del durísimo federal Hobbs (que le permite sacar a relucir todo su poderío físico al intimidante The Rock), la valiente e incorruptible agente de policía carioca Elena (interpretada por la española Elsa Pataky) y un villano acorde (el portugués Joaquim de Almeida) terminan por completar un elenco que es un auténtico crisol de razas y nacionalidades. Incluso les buscaron un lugar dentro del equipo a los famosos músicos boricuas Tego Calderón y Don Omar que funcionan bastante bien como relevos cómicos pese a su inexperiencia actoral.
El relato empieza exactamente donde concluía Rápidos y furiosos: Brian (Walker) y Mia (Brewster) interceptan el vehículo policial que traslada en detención a Dom (Diesel) y provocan la huida del recio pero no por ello insensible pelado de voz aguardentosa. Buscado en territorio estadounidense, el grupo escapa a Brasil y se instala en Río de Janeiro donde es recibido por Vince, viejo camarada de Dom. La favela en la que vive Vince le insufla nuevos aires a la tradicional y algo gastada ambientación urbana que han exhibido las distintas secuelas (en especial las tres primeras). La invitación de unirse a una banda delictiva local para robar unos súper autos incautados por la DEA, y que son trasladados en tren, posibilita de entrada una secuencia de acción filmada con tanta adrenalina, audacia y sorpresiva conclusión que sólo puede predisponer de la mejor manera al fanático. Dos horas después quedan dos cosas más que claras: primero, que la elección de Rio fue un hallazgo a nivel visual y segundo, que el género de acción acaba de anexar una nueva obra maestra que de ningún modo pasaría vergüenza al lado de clásicos de la más alta calificación. Y pensar que tras el traspié de Reto Tokio el futuro de la serie parecía sentenciado...
Rápidos y furiosos 5: sin control es el equivalente dentro de esta franquicia a lo que fue Arma mortal 4 en su momento para la saga de Richard Donner: una fiesta de principio a fin en la que, como decía el viejo lema de los Benvenutto, “lo primero es la familia”. Estos personajes, con los años, se han infiltrado de tal manera en la cultura popular como para que cada nuevo filme traspase en acción, humor y taquilla a su inmediato predecesor. Vin Diesel, un actor de enorme fuerza que irradia ángel pese a sus limitaciones como artista, con el tiempo se fue quedando sin caballitos de batalla. Riddick no prosperó, el espía reluctante Triple X tampoco y otros proyectos suyos directamente fracasaron o no tuvieron luz verde. The Fast and the Furious seguramente le hará justicia a este émulo y admirador de Sylvester Stallone que ya cuenta con una legión de seguidores propios. Realmente se lo merece.
Lo dicho: los milagros existen. Acabo de presenciar uno...