En RÁPIDOS Y FURIOSOS 7, TORETTO y su equipo deben hacer frente al malvado hermano de OWEN SHAW, muerto en la anterior entrega, un asesino despiadado que busca venganza.
Redoblando la apuesta de la anterior entrega de la saga, la premisa ha transformado a los protagonistas del filme en héroes de acción al estilo AVENGERS pero con overoles de mecánico en vez de trajes coloridos. No hay peligro que no puedan superar, ni explosión o caída que pueda dañarles. Sí entramos en este código de fantasía, y nos olvidamos de las primeras entregas, sin dudas podremos disfrutar de una cinta plagada de escenas impactantes, malos muy malos y buenos muy buenos.
La muerte de PAUL WALKER que derivó en un cambio de guión, no afecto a una historia clásica en donde los clichés nunca desentonan. Hay momentos en donde la trama recurre a la complicidad del espectador para rendirle homenaje al joven malogrado. En ese sentido, el filme casi que funciona como un in-memorian.
El reparto cumple, algunos de taquito, (como MICHELLE RODRÍGUEZ que parece incomoda en el filme) y otros con toda la garra necesaria como DWAYNE JOHNSON (quien aparece poco en el metraje pero se reserva uno de los mejores combates cuerpo a cuerpo)
Pero sin dudas, el mejor es el nuevo villano: JASON STATHAM, quien saca a lucir todo su oficio para marcar presencia en este verdadero dream team de héroes de acción.
La incorporación de JAMES WAN como director, le ha otorgado a esta séptima entrega un montaje y una puesta que hipnotiza a base de colores estridentes, planos de video clip y vértigo constante.
Esta entrega no defrauda, porque da lo que promete, con creces y en dosis XL.