La séptima entrega de la saga de Rápido y Furioso empieza donde termina la sexta, con el pasado visitando el presente para terminar con el futuro.
La película empieza cuando Deckard Shaw (Jason Statham), visita a su hermano en el hospital (Owen Shaw, el antagnista de rápido y furioso 6) y jura vengar lo que le han hecho. Saliendo de verlo, ya se nos aclara el tono de la película. De manera cuasi cómica, vemos que ha arrasado con todo, el personal policial, la seguridad privada y casi el edificio mismo.
Mientras sale, llama a Toreto (Vin Diesel) y le dice que va por el y los suyos, todos los que lo ayudaron a postrar a su hermano, y lo hace después de matar a Han, parte del equipo que había recuperado su libertad después de ayudar a la ley en la sexta entrega.
Y así comienza la aventura, con Dominc Toreto y Brian Oconner (Paul Walker) buscando como detener Deckard, y a la vez, ellos mismos buscando venganza por meterse con la familia que han formado.
Como toda película perteneciente a una saga, cada una tiene que superar la anterior, y el gran problema, es que la anterior, Rápido y Furioso 6, ya era exagerada. Y eso nos deja con escenas de acción que carecen de sentido lógico, pero no la lógica de la vida “normal”, sino la lógica de las propias películas de acción. Son tan inverosímiles ciertas cosas que causan gracia (entre ellas el famoso salto de un edificio a otro que se ve en el trailer), y el final es digno de una parodia estilo la pistola desnuda.
Cabe destacar, que las escenas de acción con autos (el asalto al camión, por ejemplo) están muy bien filmadas, pero cuando empiezan a utilizar la exageración y los efectos digitales arruinan lo mejor que tiene la película, que es autos a toda velocidad y tiros.
Como siempre, Dwayne The Rock Johnson cumple, aunque saturan los constantes “one liners” que tira, dignos de una de Schwarzenegger de los 80’s.
Párrafo aparte a las referencias constantes y poco sutiles a la muerte de “uno de la familia”, y la cantidad de veces que repiten que “no quieren ir a otro funeral” jugando con la perdida física de Paul Walter, que se redime con la manera en que lo despiden al final.
Para terminar, es más de lo mismo, pero exagerado. Una lastima porque en la quinta entrega parecía que la saga iba para otro lado, pero en algún lado torció el camino, y digamos que la franquicia “choco”.