¿Quién hubiera pensado que algún día nos terminaríamos emocionando con una película de acción de Vin Diesel?
Más allá de las virtudes técnicas que presenta el film, esta séptima entrega de Rápido y furioso quedará en el recuerdo por el sentido homenaje que se le hizo a Paul Walker y la manera en que los realizadores sacaron adelante el proyecto luego de la muerte de uno de los protagonistas.
La evolución que tuvo esta franquicia en los últimos años es extraordinaria y no tiene antecedentes en Hollywood.
Cuando se estrenó la tercera parte, en el 2006, Rápido y furioso iba a camino a desaparecer en el cine. Las secuelas clase B realizadas para el dvd era el gran destino de esta franquicia.
Sin embargo, los productores volvieron a juntar a los protagonistas del film original del 2001 y con una mayor apuesta en materia de acción y efectos especiales levantaron por completo la serie.
La gran novedad de este nuevo capítulo es la incorporación de James Wan (SAW, El conjuro) en la dirección, quien reemplazó a Justin Lin, el cineasta a cargo de las últimas entregas.
Esta película representa la segunda incursión de Wan en el género de acción, luego de Sentencia de muerte (Kevin Bacon). Un trabajo muy interesante que permite apreciar su talento y versatilidad como realizador, que va más allá del gran dominio que presentó hasta ahora en el género de terror.
Si bien Wan mantuvo la estética y la música que caracterizaron los trabajos de Justin Lin, Rápido y furioso 7 elevó la calidad de las secuencias de acción con varios momentos extraordinarios.
Ya de entrada, en los primeros minutos, la manera en que está filmada la pelea que tienen Jason Statham y The Rock (el pueblo cinéfilo siempre lo llamará de esa manera) se nota claramente que hay otro director a cargo que se propuso abordar la acción de un modo diferente.
El trabajo que hizo Wan con los ángulos de las cámaras en esa escena es fantástico.
Si algo quedó claro al ver Rápido y furioso 7 es que James Wan debería estar entre los candidatos para el próximo director de la saga de James Bond.
La manera en que encaró el tratamiento de la acción parece muy influenciada por la saga de 007.
Por ejemplo, la secuencia donde Diesel y Walker atraviesan de un salto en el aire tres edificios es un típico momento de una película de Bond.
No importa que esas situaciones desafíen las leyes de la física y el sentido común, James Wan entendió claramente el concepto de esta saga y en materia de realización ofreció un trabajo brillante. Esta película además resultó un claro ejemplo de como se deben utilizar los efectos digitales de manera adecuada para evitar generar espectáculos artificiales.
La historia presenta situaciones alocadas pero lo que ves en la pantalla siempre es creíble y no se nota el trabajo de la animación computada.
Dentro del reparto no pasaron desapercibidas las incorporaciones de Jason Statham (en un atípico rol de villano) y una leyenda del género como Kurt Russell, quien le dio jerarquía al elenco.
Para quienes somos seguidores del cine de artes marciales terminó siendo un poco decepcionante el debut hollywoodense de Tony Jaa (Ong Bak, The Bodyguard), una de las grandes estrellas de Tailandia, quien en esta producción quedó bastante desdibujado. Creo que esto tuvo que ver con una cuestión argumental donde Jaa no tenía demasiado lugar para destacarse y ya ocupaba Statham el rol de villano.
Tony tiene un par de buenas escenas junto a Paul Walker pero son breves.
A propósito de Walker, el modo en que los productores manejaron el tema de su muerte en esta produción es extraordinario.
Había centeneres de variantes para elegir y optaron por la más inteligente y emotiva. Chandler seguramente va a mencionar los detalle técnicos en su reseña por lo que no me voy a detener en este punto.
Lo que no puedo dejar de destacar es el soberbio homenaje que se le hace a Walker al final. El momento es muy emotivo porque Diesel expresa unas palabras que le salen del corazón.
Es raro emocionarse con una película de acción, pero Rápido y furioso 7 genera esa reacción y por esa razón será recordada entre las grandes propuestas pochocleras del 2015.