La apuesta sigue aumentando
Siete películas basadas en una idea inicial que nadie podía imaginar que iba a llegar tan lejos. La primera con algunos hallazgos, luego tres más que condenaban a la franquicia al olvido –incluyendo una ramificación en Tokio-, al menos en su interés cinematográfico, y de la nada una quinta y una sexta parte que cambiaban las reglas del juego y estallaban como una verdadera fiesta cinematográfica. No es raro que exista Rápidos y furiosos 7, la nueva entrega de una saga que, como ninguna otra, logró reinventarse a mitad de camino y, como sus personajes en sus autos, hizo una pirueta en el aire y cayó de forma impecable nuevamente. Tal cual lo anunciaba el final de Rápidos y furiosos 6, Deckard Shaw (Jason Statham) emprende una venganza feroz contra Toretto (Vin Diesel) y sus compañeros, en venganza por lo que le han hecho a su hermano. Como si este tema no fuera más que suficiente para una película, el corazón de la franquicia necesita autos así que al mismo tiempo que sufren esta persecución implacable, los héroes de la saga deben a su vez realizar una misión encomendada por un agente del gobierno llamado Mr. Nobody (interpretado nada menos que por Kurt Russell) que multiplicará los peligros, los problemas pero permitirá el habitual despliegue automovilístico que uno está esperando. Si Rápido y furioso nació como un film ideal para fanáticos de los autos, la quinta, sexta y esta séptima película han logrado convertirlas en films de aventuras, lejos del gueto inicial, abiertas a mucho más público. No hay palabras para describir la espectacularidad de esta nueva película, no alcanzan los adjetivos para dar cuenta de la compleja y efectiva estructura que Rápidos y furiosos 7 pone en funcionamiento para los espectadores. Pero sí queda claro que este film, como los dos anteriores, están construidos con una alegría cinematográfica que estalla en la pantalla en cada escena. Simples y básicas en la construcción de personajes, de dudoso gusto en algunos armados, Rápidos y furiosos 7arrasa en naturaleza de puro cine. Teñida por la emoción de la despedida –en la vida real- del fallecido Paul Walker- esta séptima parte no se avergüenza de su condición de gigantesco entretenimiento. El elenco se luce en las más hermosamente inverosímiles escenas y Jason Statham como el villano le aporta un valor extra incalculable. Lejos de ser la final, el deseo de una nueva entrega se hace desear cada vez más. El deleite de los grandes momentos que esta película tiene es enorme, y es visual. Si incluso la despedida que uno espera desde el comienzo se realiza a través de un hermoso plano general lejano. Podríamos reducir a Rápidos y furiosos 7con descalificaciones disfrazadas de elogio. No es tiempo de ser tímidos. Lo que conocemos como cine, lo que le dio origen y forma al cine es lo que se ve en la mayoría de las escenas de la película. Es asombroso lo que ha avanzado la tecnología para originar imágenes, pero el verdadero espíritu de la película no está en la locura de una súper producción sino en lo que ha sabido construir película tras película.