A esta altura del campeonato Rápido y Furioso no necesita presentación. La franquicia está en una instancia donde exigirle raciocinio, verosimilitud y profundidad dramática es pedirle peras al olmo. No obstante, uno pensaba que con el fallecimiento de Paul Walker la saga iba a llegar a su fin, pero al parecer la Parca no es rival para la ambición de los grandes estudios; la única muerte a la cual responden es a la de la taquilla, que de momento parece estar firme junto a Toretto y compañía. Rápidos y Furiosos 8 entrega un producto que responde a esa fidelidad.
La relación entre la calvicie y la velocidad
Dominic Toretto se encuentra de luna de miel con Letty en La Habana. Todo parece ser perfecto hasta que un buen día es visitado por Cipher, una mujer de su pasado, que a través de formas misteriosas (o que por lo menos no revelaremos acá) convence a Toretto para que cometa una serie de delitos y traicione a su banda. En respuesta a esto, el resto de la pandilla, liderada por Hobbes, deberán hacerle frente a los planes de Cipher, incluso si eso significa eliminar a Toretto.
Rápidos y Furiosos 8 tiene un guion claramente estructurado, con escenas de acción bien ubicadas y momentos de comedia rociados acá y allá. Si bien la película incurre en ciertas inverosimilitudes y baches de guion, le debo reconocer que supo cuando y como usar el gran giro que explica la inesperada traición de Toretto. La película hace el intento de meter el tema de la familia, un intento un poco endeble, pero moderadamente perdonable ya que se sabe a dónde apunta el film.
Normalmente no me suelen llamar mucho la atención estas películas con musculosos invencibles que todo lo hacen bien, pero también, debo reconocerle, que la película hace un intento por redoblar la apuesta en puntos específicos y dejar que alguna emoción salga a flote. Esto también es posible por el villano de esta franquicia, que parece estar adelantado a los protagonistas en todo momento y es lo suficientemente bueno para explotar sus debilidades. No es un ejemplo a seguir, pero es eficiente como fuerza opositora.
Vin Diesel y compañía no entregan nada distinto que no hayamos ya visto de ellos. Kurt Russell, Helen Mirren y Jason Statham están en el podio de lo más logrado a nivel interpretativo. No obstante, la corona le pertenece incuestionablemente a Charlize Theron que entrega una villana de voz suave pero acciones extremas.
Rápidos y Furiosos 8 es todo lo que se espera de ella: buen nivel técnico, persecuciones bien filmadas y editadas, y por supuesto cuando cabe la oportunidad de hacer un gran despliegue técnico, lo aprovechan. En este caso, una persecución, submarino mediante, en el desenlace de la película.
Conclusión:
Rápidos y Furiosos 8 es una película entretenida y fluida; si uno elige no encontrarle la quinta pata al gato. Una entrega que, por lo menos, no va a desilusionar a aquellos que siguen a Toretto y su banda desde siempre.