Luego de los 145 minutos de proyección, me levanté de la sala con sensaciones encontradas. Por un lado, estaba feliz con el hecho de que han vuelto las proyecciones a sala al AMBA y que los tanques empiecen a llegar, y por el otro, decepcionado por el nuevo episodio de una de las sagas más populares de los últimos años.
Sería un lugar común «caerle» a una franquicia que entrega su noveno capítulo. ¿Cuántas ideas nuevas hay para innovar y mantener el interés a esta altura cuando pasaron más de 20 años desde su inicio?
Una, claramente ha sido planteada por los productores y es potenciar la espectacularidad. Ir más allá de lo convencional e impactar a la audiencia con un relato, absolutamente irreal, rozando el espíritu «Bond» en todo sentido, con la idea de mantener el interés y alimentar las ansias de fans y simpatizantes de «FF» en todo el mundo. La segunda, apostar a reforzar el sentido de familia que es símbolo de la saga todo el tiempo, esta vez, desde la reconstrucción de un pasado que no conocíamos, el de Dominic Toretto.
Justin Lin, el hombre detrás de las cámaras, conoce bien cómo hacer que la pochoclera trabaje en los cines. Sus películas superan los dos billones de dólares de recaudación total y su sello es la espectacularidad con la que filma, hecho que lo ha posicionado como uno de los realizadores top en el género acción y aventuras. Aquí, se encarga de que la historia (que el escribió junto a Daniel Casey) fluya, sin mayores preocupaciones desde lo interpretativo, y con el foco puesto en que algunas escenas sean recordadas por su estridencia y locura. Arriesgo, que no más de eso.
La historia arranca a fines de los ochenta, donde en una importante carrera, vemos a Dominic y Jakob (John Cena), hermanos, presenciar la muerte de su padre en una competencia plagada de adrenalina. La situación que motivó la escena, genera un principio de disputa en ámbos y uno de ellos incluso, termina en prisión. La cinta volverá con flashbacks a este tramo a lo largo de varios momentos para retomar algunos sucesos que explican la difícil vinculación en esta familia luego del incidente.
En tanto, Toretto vive con Letty (Michelle Rodríguez) y su hijo Brian, en un paraje alejado de la civilización. Pero su tranquilidad durará poco. Los chicos (y chica) de su equipo llegarán con noticias sobre la desaparición del jefe del servicio secreto que los protegía y financiaba (el Señor Nadie, ¿recuerdan a Kurt Russell?) y reinstalarán el desafío para averiguar que sucedió y saber a ciencia cierta el riesgo que correrían en el presente.
A partir de allí, el grupo irá a una selva en América Central donde entre los restos del avión que transportaba al Mr. Nobody, encontrarán una dispositivo que puede aportar valiosa información. Pero, aparecerá Jakob en el terreno y luego de una trepidante persecución se quedará con el mismo, desatando una conjetura fuerte: tiene una alianza con Cipher (Charlize Theron) y el mundo, debería preocuparse a corto plazo. ¿La razón? Si logra ensamblarse correctamente, Ares (así se llama el programa), podría dominar cualquier computadora en la tierra. Y desatar guerras nucleares… por ejemplo.
El team Toretto se reorganizará y tratará de combatir esa amenaza con todo lo que ya sabemos posee. Una de las novedades destacadas, es sin dudas (al menos de las que podemos contar sin spoilear aquí), el regreso de Jordana Brewster a su rol de Mía, hermana de Dominic y algunas escenas realmente, fuera de lo común. Sin contar el regreso de Han (Sung Kang), del que prefiero no opinar.
Ya la saga había tenido cuadros que los productores de «007» y «Mission Impossible» envidiarían. Bueno, aquí habrá material para disfrute de los fans y una admirable disposición técnica para afrontar ideas de gran calibre.
Desde el punto de vista actoral, nada es demasiado destacable excepto algún contrapunto cómico entre Tyrese Gibson y Ludacris que le aportan color. Quizás la carencia mayor sea lo desdibujado que son los villanos de la historia. Tanto Theron como Cena, aportan poco y me atrevo a decir que tampoco son de relieve para la historia. Tan sólo ofrecen posicionamiento y flaca rivalidad. Cero tensión.
Ya he hablado de Vin Diesel en ocasiones anteriores y nada ha cambiado mi opinión sobre sus condiciones. Sigue exactamente igual siendo que en esta saga, ofrece sus mejores actuaciones…
Considero que «Fast & Furious 9» es una película honesta, exagerada y ruidosa. No ofrece altos puntos de interés fuera de la espectacularidad visual (y eso, coincidimos, no es poco) pero se presenta como una alternativa movilizante a la hora de invitar a la gente a retornar a los cines en este tiempo. Los fans la amarán, mis colegas manifestarán (probablemente) que es de las más flojas de la franquicia… Y todo seguirá igual. Ya llegaron al espacio, ¿qué más podría pedirse en la décima entrega?