Con el paso del tiempo se ha vuelto cada vez más común en el cine y televisión la utilización del arte del spin-off. Este tipo de proyectos significan darle un nuevo giro a una película o serie de gran éxito desde el punto de vista de un personaje, que en su momento fue secundario, pero captó la atención de la audiencia lo suficiente como para desprenderse de la historia original, pasando a ser protagonista de su propio universo y hechos que lo rodean. Este es el caso actual de la franquicia de “Rápidos y Furiosos” que, 18 años después de su primer film, decide apostar por una idea de este estilo al ver cómo se destacaban los personajes de Dwayne Johnson y Jason Statham en las últimas entregas de la saga. Sin embargo, los spin-off no sobresalen en el mundo del espectáculo por ser exitosos sino por representar un logro fallido de las compañías de generar nuevos ingresos. ¿Será esta la excepción o solo una demostración de que no hay triunfo sin Dominic Toretto?
Los caminos del agente Hobbs (Dwayne Johnson) y del solitario mercenario Shaw (Jason Statham) vuelven a cruzarse en este film para enfrentarse a Brixton (Idris Elba), un anarquista ciber-genéticamente mejorado que quiere obtener el control de una peligrosa arma biológica. Esto, sumado al hecho de que Brixton está en búsqueda de la hermana de Shaw (Vanessa Kirby), una intrépida agente del MI6, significará para ambos protagonistas dejar de lados sus diferencias para salvar al mundo con la ayuda del otro.
David Leitch se mete de lleno en la dirección de su cuarto largometraje, luego de debutar co-dirigiendo la primera entrega de la saga “John Wick”, utilizando todas sus habilidades como hombre de riesgo y su impronta personal, ya vista en “Deadpool 2” (2018), para traer un film a la medida del cine de acción de este último tiempo. Leitch utiliza las escenas de peleas y persecución, coreografiadas y musicalizadas a la perfección, junto al excelente uso de la cámara y edición, que captan cada detalle desde los mejores ángulos, para atrapar al espectador desde el primer momento con un enfoque distinto al de la saga original. Abusando de las contiendas a mano limpia, aunque no de mala manera, el director se desvía un poco el hecho de que se trate de una franquicia en el que los vehículos son las estrellas, dedicándole menos tiempo a las persecuciones, más allá de ser realizadas impecablemente, y más a sus protagonistas que prueban lo que saben hacer, lo suficiente como para opacar la precariedad de la trama y las falencias del guion. El dúo principal, presentados como el ying y el yang, demuestra que los opuestos claramente se atraen, o por lo menos atraen al público, con un carisma que hipnotiza y una imagen fuera de este mundo, apoyado por la presencia femenina de Vanessa Kirby que poco suma, pero nada resta. Por último, Idris Elba no llega a darnos todo de él por la simplicidad del libreto, pero nos convence con su carácter y espectacular porte.
Con esto dicho podemos establecer que el nuevo spin-off de “Rápidos y Furiosos” voltea los porcentajes de acción característicos de la serie original, distanciándose de la misma, para darnos más golpes que derrapes con una película pochoclera que no necesita ahondar en la trama ni desarrollar las bases de su historia para captar nuestra atención y hacernos desear más de esta dupla formidable, sobre todo con un final abierto que desconocemos si nos anticipa una secuela de la misma obra o de una novena parte de la saga sumando a Toretto y al resto del equipo.