Rápidos, furiosos y franquicieros...
Después de ocho películas llega el primer spin-off de Rápido y furioso, una de las franquicias más taquilleras del milenio que supo construir un imperio a base de autos veloces, tipos duros y chicas audaces. Parece que después de las peleas entre Vin Diesel y Dwayne Johnson durante el rodaje del último film de la saga, la cosa quedó tan mal que en vez de darle para adelante con la novena entrega, decidieron cortar por lo sano tomando caminos separados, lo que implicó darle un spin-off a Hobs, el personaje de Johnson. Pocas veces este recurso sirvió de forma más políticamente correcta para desactivar una enemistad que atentaba contra el futuro de una franquicia millonaria.
Así las cosas, Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw (Fast & Furious presents: Hobs & Shaw, 2019) pone a Hobs (agente de la CIA, del Servicio Secreto o la agencia que sea que tiene asignada en este nuevo guión) a trabajar codo a codo con Deckard Shaw (Jason Statham), un personaje que como muchos en esta saga, cambió de bando y ahora es de los "buenos". Juntos tienen detener a una organización secreta llamada Ethion, cuyo objetivo es liberar un virus mortal que amenaza con azotar el planeta. Para hacer la cuestión todavía más crítica, el virus corre por las venas de Hattie, la hermana de Shaw. Con Brixton, un superhombre mejorado en un laboratorio (interpretado por Idris Elba) persiguiéndolos alrededor del mundo, Hobs y Shaw tienen que neutralizar el virus, salvar a la chica y consecuentemente al mundo... uno de esos plots estándar dentro del cine de Acción, con varios ecos al universo de Misión Imposible y a ese subgénero ochentero que conocemos como buddy cop movies.
Para todo aquel que vaya al cine con conocimiento previo del universo "rápido y furioso", sus guiños y códigos, y siendo consciente del producto que tiene frente a sus ojos, el entretenimiento está más que garantizado. La estructura narrativa está conformada de manera tal que a una escena explicativa que detalle quién es el malo y que tienen que hacer los buenos, la seguirá la consecuente escena de acción que ponga en hechos lo planeado, y a continuación o durante la acción misma seremos testigos de un intercambio de "chicaneadas" entre Hobs y Shaw... y así ad eternum... o al menos hasta finalizar unos tal vez excesivos 135 minutos de película.
Decir que Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw juega todo el tiempo con el verosímil y desafía la suspensión de la incredulidad escena tras escena sería sumamente redundante y derivativo. Este tipo de productos son un género en si mismo donde el espíritu "over the top" todo lo atraviesa y hacen de la exageración un dogma, donde gran parte del goce para el espectador es ver cómo la próxima secuencia se las ingenia para superar el absurdo de la previa, sin importar lo que digan las reglas de la Tecnología, la Ciencia, la Física, la Química y por sobre todo la gravedad. El tercer acto del film es prueba viviente de esto, además de dar la sensación de ser claramente un capricho 100% de The Rock, quien es también uno de los productores.
Johnson y Stathan se lucen durante sus jocosos intercambios probando la buena química que hay entre ambos, de la misma forma que demuestran en cada momento de acción porque siguen siendo dos de los referentes del género. Algo que probablemente sea el condimento fundamental de Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw, un producto que entretiene y muy conscientemente cumple su rol de placer culposo de todo amante de los tiros, los golpes, las explosiones y los tipos rudos con sentido del humor.