Novena entrega, y segundo spin-off de la saga iniciada en 2002, "Rápidos y Furiosos: Hobbs y Shaw", de David Leitch es ante todo una comedia con la positiva capacidad de jamás tomarse en serio.
La historia de "Rápido y Furioso" en el mundo del cine es lo más parecido al famoso camino del héroe. Quienes bancaron aquella primera película allá por 2002, hoy deben estar mirando con cierta mirada socarrona triunfalista.
El film del menospreciado Rob Cohen recibió todo tipo de críticas pese a ser un taquillazo. Casi que era un placer culposo masculino. Hecho que se mantuvo hasta la tercera entrega que tocó fondo, y tras una cuarta que pasó desapercibida, a partir de la quinta resurgió cuál Ave Fénix como una gran saga de acción ahora con el apoyo hasta de la crítica especializada.
Hay una clave de ese éxito, "Rápido y Furioso" es una saga que supo mutar, que fue aprendiendo, y así mantenerse siempre vigente.
De ser películas fierreras básicas con carreras clandestinas, pasó a las acrobacias improbables como las de "Misión:Imposible", a los grandes robos, a la hermandad de grupo masculino, fue sumando cada vez más un elenco de figuras importantes; y hoy suma una nueva mutación, las buddy movies.
"Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw", no sólo es la novena entrega de la franquicia, es el segundo spin off de la rama troncal de la historia. Recuerden que la tercera, (Reto Tokio) comenzó como un spin off individual, y posteriormente – y gracias a una escena final – se unió su historia al conjunto para que fuese canon.
En esta oportunidad, no es una historia completamente individual, sino que toma a dos personajes (uno que se convirtió en protagonista en las últimas entregas, y otro secundario) del conjunto, y los lleva a vivir una aventura aparte. Hablamos de quienes le dan título al asunto, el agente de la CIA Hobbs (Dwayne Johnson) y el redimido ladrón británico Shaw (Jason Statham).
El asunto se dispara mediante un objeto preciado, una cápsula de un virus letal capaz de destruir todo un cuerpo desde adentro. Este virus es disputado entre dos bandos, y termina siendo inyectado en el cuerpo de Hattie (Vanessa Kirby), frente a la frustración de los terroristas ambientalistas liderados por Brixton (Idris Elba). Hattie, una peligrosa femme de armas tomar, huye con el virus en su interior, y la CIA debe recuperarlo.
Hasta ahora, un argumento muy similar al de Misión:Imposible II. El responsable de la CIA (una participación sorpresa de peso) busca a su antigua compañero Hobbs para asignarle la búsqueda, y deberá trabajar en conjunto con Shaw ¿Por qué?
Habrá que descubrirlo viéndola en la pantalla más grande que puedan. Son varias las novedades respecto de este spin off con las ocho entregas anteriores. Pasamos ya de las piruetas imposibles, y las persecuciones complejas y destructivas, a una suerte de película de super héroes.
Brixton es un villano prácticamente indestructible; hay un jefe superior, el verdadero líder al que nuca le veremos su rostro ni su voz sin distorsión, que lo salvó de la muerte y lo transformó en un androide similar a los de Upgrade.
Resiste balas, tiene una visión de precisión tecnológica, y una fuerza sobrehumana. Después, claro, la elección de David Leitch como director no es aleatoria, las escenas de acción coreografiadas hasta el detalle están a la orden del día, y tal como sucede en "John Wick", el verosímil es lo que menos importa. Los autos y sus persecuciones ya no son tan importante como las complejas escenas de puños, patadas, y pistolas.
La testosterona vuelve a estar en los músculos antes que en el combustible. Fundamental, "Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw" es más allá de una película de acción, una buddy movie, y una comedia en clave buddy movie. En las anteriores podía notarse algo de camaradería y comicidad.
Aquí todo pasa por la unión de la pareja dispareja en la aventura, y ya no hay comicidad en pinceladas sino que hablamos de una abierta comedia que no intenta nunca ser tomada como otra cosa.
Hay intertítulos graciosos, secuencias de parodia, personajes sorpresa que se burlan de sí mismo, y los diálogos que buscan permanentemente arrojar chistes, para fortuna nuestra, la mayoría efectivos y siempre funcional a la historia. Por supuesto, tal como sucede en "Deadpool" o "Shazam", en la comicidad el que sale perdiendo es el villano que carece de un mayor peso que pudo tener. Dwayne Johnson ya no caben dudas que es la estrella de acción del momento.
Su carisma es arrollador, se sabe burlar de sí mismo, tiene encanto, tiene gracia y comicidad, y de alguna manera logra atraer a hombres, a mujeres, y hasta a un público más menudo. No importa si es un gran actor, es una gran estrella.
Statham palidece frente a su figura, de todos modos, logra buenos momentos individuales, despunta ese tono de tosco y elegante hombre inglés, es una buena contrafigura socia, y tiene muchísima química con Johnson. Kirby también se acopla muy bien al dúo. Repetimos a Elba le falta peso como personaje, y también su composición que debió ser más de temer.
En sus dos horas y cuarto de duración, el ritmo no siempre es parejo, y si bien nunca aburre, se siente innecesariamente larga, con algunos tramos en donde el asunto parece no avanzar, o dar vueltas de más.
Una duración más corta hubiese favorecido su aglutinamiento, algo que parece ser el problema del director de "John Wick" y "Atómica". "Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw" no engaña, no pretende ser más de lo que es.
Es una propuesta en donde todos se divierten y divierten al público. Hay alguna deconstrucción de mensaje machista, y mucho que aún persiste; hay humor; hay acción inverosímil y muy efectiva; y personajes que nos meten a todos en sus bolsillos. Novena entrega o spin off, vuelve a demostrar que a esta saga hay que respetarla.