Esta supuesta secuela (no se lea esto como sinónimo de consecuencias de una enfermedad, o si), de la saga que comenzó allá por el 2001, nunca creí que vaya a durar tanto y ya va por la novena, deja de lado por completo lo que se supone estableció aquella original.
Si hay autos, corridas, peleas, escapes, y por supuesto buenos y malos, ahora se le agrega el mundo en peligro y una pareja de héroes que termina siendo un trío.
También hace uso autorreferencial de los actores protagonista, intentando establecer algo del orden del humor, pero para que esto funcione el espectador debería haber visto las anteriores películas de los actores principales.
Luke Hobbs (Dwayne Johnson) es un policía de los buenos, padre de una niña, y miembro de los Servicios de Seguridad del Cuerpo Diplomático de EEUU, que es reclutado por la CIA, para realizar un trabajo especial, pero deberá romper su estilo solitario y compartir la aventura con un agente ingles
Por su parte, Deckard Shaw (Jason Statham) es también un solitario, ex miembro del Cuerpo de élite del ejército británico.
Tienen un pasado conflictivo en común, al que deberán dejar en el arcón de los recuerdos en procura del bien general. (Novedoso por donde se lo mire)
De entrada, no tienen nada en común. Además, desconfían el uno del otro, y los insultos y golpes entre ambos no han cesado desde que se conocieron.
Su propósito será detener a Brixton (Idris Elba), quien se ha convertido en un arma mortal a partir de ser sometido a ensayos de biotecnología, todos en busca de una peligrosa arma biológica, el punto que ese virus se encuentre dentro del cuerpo de Hattie (Vanessa Kirby), quien se lo ha inyectado para que no caiga en manos de los malos, lo coloca en una gran excusa para hacer avanzar el texto, casi como un Mcguffin hitchcockiano, sin llegar a serlo, claro.
Aunque establezcan desde lo dialógico que tienen un tiempo determinado antes que el virus termine con la vida de blonda agente. (Me suena a alguna de las de Misión Imposible, no?).
Lo que convierte al filme en una carrera de obstáculos a contra tiempo y son tantos los estorbos, y tanto lo que dura, que se alarga al infinito de manera soporífera.
Ni siquiera esos intentos de vuelta de tuerca, o la intención de establecer un tipo de discurso pro- familia, la rescatan de la meseta en la que se establece y no despega.
Estamos hablando de un producción que se instala en el género de la acción, claro que filmada como Dios manda, o manda el género, las escenas de acción de buena factura, nada novedoso, sólo restaba esperar que cumpla con su cometido, pero no lo logra.
Los actores cumplen con sus propios antecedentes, hay apariciones fugaces que tendrían la intención de establecer mayores créditos al producto, pero es poco lo que pueden hacer, Hellen Mirren, Ryan Reynolds, entre otros.
En definitiva, un producto que no cumple con su cometido por aburrido.