Está muy bien este cuento de dos nenas, una más adolescente que la otra, que viven con su madre lesbiana. Está muy bien porque el punto de partida importa menos que la simpatía y la libertad con la que se cuenta una historia de familia, de chicos, de amor finalmente, que nunca opta por el acento falsamente dramático para pintar un mundo de conflictos con la mayor empatía (y simpatía) posibles. De esas que hay que ver rápido.