Rascacielos

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Ridícula, algo tonta incluso, pero irresistible. Y encima con Dwayne Johnson. Así podría definirse Rascacielos: Rescate en las alturas, película que remite claramente a un cine a esta altura old-fashioned como el de las décadas de 1980 y 1990, más precisamente a las Duro de matar de John McTiernan y Renny Harlin.

En este caso, Rawson Marshall Thurber (director de Pelotas en juego, The Mysteries of Pittsburgh y Un espía y medio) escribió y filmó un drama familiar con estructura de thriller y elementos de cine-catástrofe a partir del personaje de Will Sawyer (Johnson), un agente del FBI que pierde una pierna tras una explosión en un fallido operativo de rescate de unos secuestrados.

Tras ese prólogo, la acción salta diez años hasta Hong Kong. Sawyer se ha casado con Sarah (Neve Campbell), tiene dos hijos pequeños y es un pequeño empresario de una compañía que asesora en temas de seguridad ante la gran oportunidad de su vida: ser el consultor de un multimillonario (Chin Han) que está por inaugurar allí la torre más alta y más moderna del mundo. Claro que a los pocos minutos se desata una confabulación interna y externa con mercenarios dispuestos a incendiar la aparentemente inviolable construcción. Y al bueno de Sawyer no le quedará otra que ir hasta la torre en llamas para salvar a su familia.

Ese es el planteo de un film que tiene un argumento entre básico y torpe, pero está sólidamente narrado, tiene unos buenos recursos humorísticos (la pata de palo del protagonista será multiuso) y ese as en la manga que para cualquier película (ya sea comedia o de acción) es Johnson, probablemente la estrella más carismática de las últimas décadas.

Quienes esperen un film lleno de matices, sorpresas y audacias hay que advertirles que Rascacielos: Rescate en las alturas no es la elección ideal. Se trata de una película clásica (más allá del uso de los efectos visuales y de algún regodeo con las nuevas tecnologías), algo elemental, pero en definitiva eficaz. No es un plato gourmet, sino más bien un combo de fast-food que deja una satisfacción efímera, pero cumple exactamente con lo que promete. Están advertidos.