La hipótesis consiste en que Dwayne Johnson está haciendo las remakes de los grandes films-catástrofe de los setenta con todo lo que puede incluirse en este siglo. Y lo hace con humor (en este caso, el realizador Marshall Thurber es especialista en comedias) y con un grado de invención absurda notable. Aquí es un ex experto en rescate de rehenes que perdió una pierna, se reconvirtió en consultor de seguridad y va a parar con su familia al más alto y moderno y lujoso edificio del mundo. Pero a) toman el edificio, b) aparece un incendio, c) su familia está arriba de las llamas, c) lo buscan como culpable. Infierno en la torre más Duro de matar más toda posibilidad de que la gente corra el riesgo de caerse de cientos de metros más el carisma de don Dwayne más imágenes que impactan. Otra de esas películas generosas que comparten su diversión (absurda, que se muestra como tal) con el espectador. Un cine que cree en que, sin personajes -y sin gente amable interpretándolos a gusto- no hay efecto especial que valga la pena.