La influencia de un penal trágico
Documental sobre la relación entre la famosa cárcel y la ciudad chubutense.
Rawson es un documental -en gran parte- de tesis, en primera persona. Uno de sus directores, Nahuel Machesich regresa a su ciudad natal, Rawson, desde Buenos Aires, para investigar la incidencia de la cárcel del lugar sobre la población y sobre él mismo. Hablamos de un penal grande en medio de una urbe relativamente pequeña. Un penal cargado de trágico sentido histórico: de ahí se fugaron, el 15 de agosto de 1972, presos políticos miembros de Montoneros, ERP y FAR; dieciséis de los cuales fueron fusilados a sangre fría, una semana después, en la Base Aeronaval Almirante Zar, en Trelew.
La teoría, lógica, de Machesich es que varios de sus antiguos vecinos, a los que él había tratado con candidez durante su infancia y juventud, tienen que haber participado directa o indirectamente en la represión de los años ‘70, sobre todo a partir del golpe de Estado de marzo del ‘76. Al estilo de Fabián Polosecki en El otro lado , el realizador se interroga, analiza, indaga y procura sacar conclusiones, en un territorio que le resulta familiar y a la vez ajeno. Sus principales entrevistas son a ex guardiacárceles: el diálogo más tenso e interesante (aunque todos, a su modo, lo son) se da con el hijo de uno de ellos, Juan Valenzuela, asesinado durante la fuga del ‘72 por los miembros de las organizaciones armadas.
Rawson atrapa y aporta perspectivas locales al vasto tema de la represión ilegal. Además tiene atractivo antropológico, ya que traza un perfil de los pobladores de esa zona árida, ventosa, tan influida por un centro de detención en donde se cometieron violaciones a los derechos humanos, especialmente durante la última dictadura. La primera persona, siempre subjetiva, está justificada: Machesich es y no es -fue, sin saberlo- parte de este ríspido microcosmos.
El problema son algunas puestas en escena -como las que representan sueños del director-, que sólo aportan artificio. Y tramos, además, en que la voz en off suena más “escrita” que espontánea. Una entrevista, sobre el final, está realizada desde cierta agresividad, a lo Michael Moore, y rompe con el tono general del filme. Pero, aun con sus defectos, Rawson es una película dinámica, con atmósferas logradas y valor histórico.