Una revisita a la clásica buddy movie
Una obra que se aleja de los estereotipos y lugares comunes que marcan a fuego la reciente producción animada originada en Estados Unidos.
Raya y el último dragón (Raya and the last dragon, 2020) juega con el género y traza líneas que pueden ser vistas como parecidas a propuestas similares, pero aquí, dotándola de magia, colores y una mirada certera sobre la mujer enun producto que trasciende su origen y formato y que le propone al espectador la posibilidad de reflexionar, en tiempos difíciles, sobre el valor de la palabra y el confiar en los demás.
Y para reforzar esta simple idea, lo que hacen Carlos López Estrada y Don Hall, es reducir al mínimo esas unidades expresivas, rompiendo, ingeniosamente, la progresión del relato, con conexiones al pasado a partir del enfrentamiento entre dos jóvenes, la mencionada Raya y Namaari, quienes intentaran, cada una desde su lugar, privilegiar a su aldea y recuperar una historia compartida en donde la amistad, por momentos, parece ser algo imposible de conciliar.
Raya y el último dragón elude ideas peyorativas sobre aquello esperable en una película animada, valora positivamente a sus posibles espectadores, desarrollando un camino del héroe, o, como en este caso, de la heroína, en donde se establecerán las bases para luego avanzar en el relato.
Gacias a la llegada de Sisu, último ejemplar de la mítica criatura mencionada en el título, quien podría reestablecer cierto orden político/social, previo a la destrucción de la confianza en cada uno de los seres vivos que habitan el universo creado para la propuesta, el humor, un tono emotivo y algunas ideas dichas de manera graciosa, nos enfrentan a una dura verdad.
“Ser persona es horrible”, grita Sisu en un momento, mientras atraviesa una profunda transformación al comenzar incipientes relaciones vinculares con otros sujetos, pero luego apuesta a la colaboración, la confianza y una constante búsqueda de reciprocidad para con los demás
A diferencia de películas cercanas, en las que se banalizó el lugar para la investigación y exploración, acá es lo contrario y Raya y el último dragón, prefiere que innumerablesdiálogos y canciones no sean parte de la historia así cada uno podrá sacar sus propias conclusiones sobre empoderamiento y acción, y en donde al contrario, aún en la grandilocuencia de los escenarios inspirados en Asia, nada contrasta con la fluidez con la que el ecléctico guion acompasa los tiempos de un relato tradicional y a la vez innovador.
En la propuesta Raya es una joven princesa guerrera que verá su mundo desmoronarse al enfrentarse por el legado de su fakilasu pueblo con otras comunidades que desean, únicamente, obtener el poder que misteriosas gemas, asociadas a dragones, podrían dar. Pero cuando imprevistamente el destino pone a los “charlatanes” a dejar de mirarse el ombligo nada es casual.
López Estrada y Hall se posicionan en el paradigma actual del cine de entretenimiento, respetando cierto espíritu de aventura y subrayando la cultura tradicional del lugar en donde avanza el relato como un medio más para potenciar su relato, con perspectiva de género y pasión por conseguir aquello que se imagina.