El tío Esteban es el encargado de adaptar la aventura pop definitiva, escrita por Ernest Cline, y da vida a Ready Player One. Con todo lo que esto conlleva, casi que en el film -en un análisis más profundo- lo que menos importa a priori es la historia en sí, sino volver a los años ’80, con Steven Spielberg haciendo autorreferencia, con los fichines, el arcade, la música glam y pop. Esto supone desde el principio que el público se pierda en este entretenido recuerdo de lo que fue, que el espectador milennial o centennial sienta nostalgia de algo que no vivió y logre disfrutar a través de la columna vertebral que une a todas las generaciones habidas y por haber desde aquel tiempo hasta la actualidad y más allá: los videojuegos.