Ready Player One llega en el momento justo. En un tiempo en el cual hay una saturación de películas y series que homenajean a la década del ‘80 y su consumo, con algunos casos mejores y otros peores.
Y, aunque eso no se vaya a terminar por ahora, este estreno marcó una especie de broche de oro y punto final. No se va a poder superar lo que hace y logra esta película nunca.
Asimismo, nos encontramos con la rara excepción en donde la adaptación fílmica supera a la novela de origen.
Hace un par de años leí el libro de Ernest Cline y me encantó. Pero aquí disfruté aún más porque justamente la obra trata sobre el mundo audiovisual y qué mejor que una buena película para representarlo.
¿Y quién mejor que Steven Spielberg para adaptar esta historia? No hay ningún otro director que represente ese momento en el cine y la cultura pop.
Por momentos se homenajea a sí mismo, pero con tal altura y sutilidad que da para el aplauso y jamás pensar en la pedantería.
Con la excusa de que nos encontramos en el año 2045 y que lo único bueno que queda en el mundo para ofrecer es una realidad virtual llamada Oasis, es que miles de íconos pueden aparecer.
Salvo personajes de Disney/Marvel/Star Wars por una cuestión de derechos, el resto está ahí de una forma u otra.
Hay que ver la película muchas veces más y pausarla a cada rato para revisar fotograma a fotograma los easter eggs.
Y de eso se trata el film, una aventura impresionante para llegar al máximo de los easter eggs (tesoros escondidos) pero que es una excusa para el espectador.
Acompañamos a nuevos personajes interpretados por actores totalmente desconocidos, porque poco importa su personalismo sino lo que viven y transmiten.
Los efectos son geniales y que todo ocurra dentro de Oasis da amplitud para que el CGI se note cuando se tenga que notar.
¡Estamos hablando de escenas tales como un DeLorean escapando de King Kong!
Y todo con la magia que solo Spielberg le puede dar.
A las incontables referencias le sumamos la música y no puede ser más perfecto.
No hay nada que objetarle a este film, todo es disfrute. Todo es perfecto.
Me encantaría comentar referencias, apariciones, cameos, menciones, etc, pero estoy convencido que Ready Player One es un viaje que no debe ser arruinado más que por los trailers.
El cinéfilo de ley debe disfrutarlo solo y delirar. Incluso emocionarse hasta las lágrimas.
Esta película es una celebración, es un grito de amor desesperado hacia la cultura pop y a todo lo que amamos los “nerds”.
Hacía años que no la pasaba tan bien en una sala de cine, y si esta llegara a ser la última película en la historia de humanidad, estaría bien.
Gracias Ernest Cline, y gracias Steven Spielberg por ser el curador perfecto de nuestra infancia.