Lo hemos dicho una y mil veces. Hay más de un Spielberg cuando el director de E.T. y La lista de Schindler se pone detrás de cámara. Es un maestro de la narración, sea que cuente una historia de aventuras o se base en algún hecho histórico, pero Spielberg, a sus aún jóvenes 71 años, evidentemente se siente más cómodo con el tipo de relato que le permite Ready Player One.
Esto es: acción, suspenso, humor y aventura en estado puro.
Ready Player One -la frase que acuñó Atari cada vez que empezaba uno de sus videojuegos- es también una película de aliento ochentoso. De hecho, la novela de Ernest Cline en la que se basa hacía cierta pleitesía de Spielberg, a lo cual el director de Los cazadores del arca perdida ha desechado en parte, y sólo hay menciones a alguna que otra producción suya -el DeLorean que maneja el avatar del protagonista en Oasis, el mundo de realidad virtual que convive con el real- es un ejemplo.
Es 2045, y en un Ohio distópico Wade (Tye Sheridan) vive, como tantos otros, entre el hacinamiento -en una edificio torre semiderruido- y esa realidad virtual que el filme imagina que ha atrapado a todo el mundo.
Al fallecer el creador de Oasis (Mark Rylance, nuevo fetiche de Spielberg), éste deja ocultas tres llaves para alcanzar una meta y convertirse en el dueño de las acciones de la empresa. Por supuesto que hay buenos y malos, y Wade, cuando juega con su avatar, Parzival, tiene amigos virtuales que no conoce en la vida real. Y hay malvados capaces de hacer lo que sea necesario para apoderarse de Oasis.
El australiano Ben Mendelsohn, Danny en Bloodline, de Netflix, es Sorrento, el villano en cuestión, un personaje que él hace tan rico como Sheridan al protagonista.
El desafío de Spielberg fue contar estos dos mundos, el “real”, casi apocalíptico y futuro, y el virtual, igualmente increíble, empardarlos y hacer que el espectador se sienta cómodo, a sus anchas, tanto en uno como en otro.
La película tiene un comienzo alucinante, casi arrollador, que disipa los temores de los últimos filmes del director de Tiburón que apuntaban al entretenimiento, como El buen amigo gigante o Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal.
Además del DeLorean, están los dinosaurios de Jurassic Park, una escena en honor a El resplandor, de Kubrick, Godzilla, King Kong, Chucky y siguen los hits.
Pero también Ready Player One ofrece material para el análisis. Los que juegan en Oasis lo hacen para escapar de la realidad que los circunda. Y hay muchos temas comunes al cine de Spielberg -personajes sin padres, los chicos siendo más sensibles, inteligentes y dúctiles y sinceros que los adultos, la cultura pop, que aquí estalla en mil colores-.
Porque ¿qué es lo más importante en un juego? ¿Divertirse con amigos o vencer al ocasional contrincante? De eso trata también Ready Player One, del placer de compartir una aventura cinematográfica, como las que sabía contar Spielberg cuando éramos chicos.