Reality

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

La gran ilusión

El director de la maravillosa “Gomorra” (2008) en la que Mateo Garrone despojaba por completo de cualquier tipo de heroísmo romántico a la camorra italiana, proyectando una impasible mirada sobre la mafia italiana.

Ello le permitió obtener el gran premio del jurado en el festival de Cannes, premio que repetiría este año con “Reality”, además de los principales premios del cine europeo, así como nominaciones al Globo de Oro y al BAFTA.

Vuelve a deslumbrar con un filme que es en sí mismo una radiografía de la sociedad actual. Lo hace desde varios ejes de mirada, pero se concentra en dos específicamente. Las mismas dos variables se desprenden enfáticamente desde el titulo que le impone a su obra, significado y significante, “realidad” en la traducción literal del término en ingles, y “Reality Show” el sistema de programa televisivo de moda sobre falseamiento de una realidad inexistente, pero que propugna la posibilidad de conseguir fama y dinero con muy poco esfuerzo, sobre todo intelectual.

Como si el paradigma impuesto por Renato Descartes, allá por el siglo XVII, “pienso, luego existo”, se haya cambiado por el de “televisto, luego existo”, o como cantaba el conjunto Les Luthiers, en su sketch “La Tanda”: “EL QUE PIENSA PIERDE”.

Dicho de otro modo, la primera posibilidad de lectura de “Reality” plantea las consecuencias de una ruptura con el sentido de realidad por parte del personaje, en tanto y en cuanto construcción delirante, y la segunda sería toda una imposición desde el discurso televisivo sobre la injerencia de esta sobre la vida cotidiana, tal cual se planteaba como hipótesis a desarrollar en “Héroes por Azar” (1992) de Phil Alden Robinson,“no hay más secretos”, pero en este caso sobre el poder invasivo de la TV en la vida de gente común.

La narración comienza con un gran plano secuencia desde una posición de cámara cenital, ¿la mirada de Dios? Nos introduce en la “intimidad” de un casamiento donde conoceremos a Luciano (Aniello Arena), el “Alma Mater” de cada reunión familiar, que en este caso queda subsumido a la condición de “partenaire” por la aparición de Enzo (Rafaelle Ferrante), un casi ganador de la versión de “Gran Hermano” italiano, contratado por los “productores” del evento en el hotel “La Sonrisa”.

Tal cual, y no es un dato menor, pues esa primera secuencia cierra en la plena imagen del rostro sonrientemente herido de nuestro héroe, cuando percibe con que poco esfuerzo alguien pudo ser “reconocido”.

En esa vertiente de tragicomedia se desarrollara toda la historia, como decía el gran Charles Chaplin “la vida es una comedia vista de lejos y una tragedia vista de cerca”.

El otro dato se desprende de la significación y puesta en marcha, es que partimos de una fiesta de casamiento que no es ni será la realidad de esa pareja, es una gran fantasía, todos saben que no es posible en la realidad cotidiana una continuidad de ese estado de obnubilación.

Asimismo, es dable percibir en toda esta primera secuencia, casi un homenaje al mejor cine de Federico Fellini desde la estética, el uso de los colores y de la luz, los personajes, los espacios en que se desarrollan las acciones y la música, en doble vertiente narrativa y empática.

Luego todo el resto tendrá desde lo estético dos variable de construcción y constitución. Por una parte la base del neorrealismo italiano de mediados de la década de 1940, y por otra el grotesco del mismo origen, pero instalada dos décadas antes.

Luciano es un padre de familia extrovertido y alegre. Tiene una pescadería en Nápoles y se desdobla por un lado entablando una perfecta relación con sus clientes, por otro, ya que el dinero no alcanza, haciendo trampas con algún sistema de crédito y beneficios económicos con los jubilados napolitanos. Nos lo muestra disfrutando del contacto con aquellos que lo rodean, ya sea en el trabajo como en su casa con sus numerosos hijos.

Un día, estimulado por ellos, aunque sin excesivo convencimiento, se registrará para participar en los castings para una nueva versión del “Gran Hermano”, el popular programa que se emite por televisión en su versión italiana durante las 24 horas al día. Sorprendentemente es preseleccionado como participante. Nadie se da cuenta del “pre”, la fantasía puesta en juego se precipita, y a partir de ese momento toda su vida dará un giro radical. Ya nada será lo mismo, ni nadie lo mirará como antes: ahora será famoso y tendrá que vivir con ello, tanto él como los suyos tendrán que acostumbrarse a una nueva “realidad”.

La idea que plantea “Reality” no está en relación directa con lo que sucede en la cocina de la televisión, sino en lo que produce, en aquellos que quedan enceguecidos por ella, para lo cual cuenta con la invalorable participación de Aniello Arena, quien supo darle a su personaje toda la veracidad que necesita en ese viaje descendente a su propio infierno, cómo a medida que se obsesiona con la posibilidad que le genera la fantasía, va perdiendo todos sus logros, trabajo, amistades, familia, y por ultimo pareciera que hasta la razón.