Magnífica obsesión
El director de “Gomorra” cambia de género, pero no de profundidad y fiereza.
La frivolidad es todo un tema, y no sólo en la ficción que plantea Reality, sino en la vida cotidiana, aquí y en Italia. La nueva realización de Matteo Garrone muestra a partir de un personaje la crisis que atraviesa la sociedad moderna.
Y lo hace desde la búsqueda repentina de la fama y, consecuentemente, el dinero. Dinero por nada, diría Mark Knopfler.
Luciano es un hombre común, que se gana la vida vendiendo pescado en Nápoles. El y su esposa se las arreglan como pueden para mantenerse con algún que otro negocio non sancto, pero la inestable estabilidad que tenían se tira por la borda cuando Luciano se obsesiona con ingresar a la casa del Grande Fratello, el Gran Hermano de la TV con hogar en Roma. El no había hecho nada por acercarse al concurso pero, empujado por sus hijos, logra una audiencia.
A partir de allí, el rostro alegre de Luciano mutará hacia un rictus que alternará compungión y desazón, a medida de que pasen las jornadas y no reciba “el “ llamado para entrar a la casa.
Garrone, que supo retratar de manera exquisita el mundo de la mafia en Gomorra, se nutre de elementos del neorrealismo, no sólo por retratar a una familia de clase media baja y muchos personajes como escapados de la vida real. Luciano está en un debate moral, sin que él mismo se dé cuenta. Abandona todo -sus afectos y hasta su cordura- obsesionado por formar parte de ese mundo superficial, ¿Cómo tabla de salvación, aunque el llamado tarda, y tarda? ¿Acaso no estaba mejor cuando tenía tiempo de sentarse con los amigos en el bar, y disfrutar de las comilonas de la nona?
A contramano del personaje de Roberto Benigni en A Roma con amor, de Woody Allen (que era perseguido de un momento para otro, también por la locura de la fama de la TV, y abandonado de la misma manera), Luciano es reflejo de la hipocresía. La paranoia más que la ansiedad lo hace creerse observado, y si hace el bien, lo hace porque cree lo están poniendo a prueba.
Pero lo interesante de Reality es lo que refracta.
Luciano quiere dejar de ser él, para convertirse en alguien excepcional. Y no le importa ser (extra)ordinario. Aniello Arena, su protagonista, es en la vida real un sicario de la camorra que cumple condena. El sabe en carne propia lo que es estar encerrado.