ESPERANDO A MR. BROTHER
Qué tentación citar a Fellini cuando un director italiano muestra un realidad grotesca y farandulesca como lo hace Garrone en esta película. Tal vez un poco más sórdido que aquel realizador, Garrone igual hace su propio recorrido, aunque no habría nada de malo en que haya una influencia de otro director. Luciano, el protagonista, es un pescadero de Nápoles, con lo cual su condición de personaje extrovertido, gracioso e impulsivo parece más un retrato realista que una exageración cinematográfica. Empujado por sus hijos, pero también con ganas propias, Luciano hace un casting para la versión italiana de Gran Hermano. En el casting le va bien y se abre una oportunidad para él, que vivirá a partir de ese momento con cada vez con más preocupante expectativa de la llegada de la televisión.
A Garrone no le interesa tanto en análisis de la televisión como el seguir de cerca a su protagonista. El lento pero seguro deterioro de Luciano, que escena tras escena, y de forma previsible iré perdiendo la razón a medida que el llamado amenaza con no llegar nunca. Tampoco Garrone deja afuera ciertas connotaciones religiosas, donde el protagonista, ya paranoico cree que sus acciones son castigadas por los largos tentáculos del programa Gran Hermano. Luciano cree que lo observan y toman nota. Atemorizado por quedar afuera, realiza gestos generosos y bondadosos absurdos, que destrozan también su familia. Deja incluso su pescadería para poder seguir a ese Gran Hermano que todo lo ve.
No es Reality el más original de los films ni tampoco parece ser el análisis más profundo sobre la televisión y su influencia sobre la gente. Pero en su doble sentido televisivo religioso y en el angustiante relato del carismático pescador que pierde el rumbo, la película tiene no pocos hallazgos. Y que sea previsible no es un defecto, es justamente para que suframos más el derrotero de Luciano.