Dentro del género de comedia hay un subgénero no asumido pero cada vez más utilizado: la comedia nerd. Historias acerca de personajes empapados de cine, series, comics y cultura pop en general. Kevin Smith bien podría ser un precursor de esta categoría, que incluye series como The Big Bang Theory y Silicon Valley. La obsesión por la cultura retro (en especial, por la década del ’80) maximizó la cantidad de exponentes. En Latinoamérica, Nicolás López, con films como Promedio rojo, parece haberse erigido como máximo representante. Argentina también tiene lo suyo. Rebobinado es un reciente y divertido ejemplo. Alejandro (Matías Dinardo) no tiene suerte en el amor, y apenas la tiene en su vida. No es precisamente un galán extrovertido sino un muchacho de perfil bajo, fanático del cine y de las historietas. Además, vive anclado en el pasado. Al parecer, no logra superar el hecho de no haber podido enamorar a una chica en el cumpleaños de su mejor amigo, a los 12 años, allá por 1998. Entonces descubre un grabador que, mediante un extraño proceso científico, lo puede transportar al plano espacio temporal correspondiente al cassette que coloque. Entonces pondrá un cassette que supo compilar para el cumpleaños del ‘98. Así viajará al pasado en varias oportunidades, intentando cambiar la historia y quedarse con la chica, lo que supone que ayudaría a encarrilar su triste adultez. Esta producción independiente incluye gags basados en la escasa suerte del protagonista y sus viajes temporales. También hay humor más delirante, propio del trío Zucker-Abrahams-Zucker (los responsables de ¿Y dónde está el piloto?, entre otras), además de situaciones estrambóticas, como una repentina aparición de un popular superhéroe. Otro recurso cómico es la actuación desbordada de algunos personajes. Una mezcla de registros que no siempre funciona a la perfección, pero el director Juan Francisco Otaño le imprime un ritmo adecuado a casa secuencia y se las ingenia para ensamblar todas las piezas en las instancias decisivas. Matías Dinardo es el alma de la película. Un Tom Hanks de los ’80 en el cuerpo de un Daniel Radcliffe local. Un antihéroe romántico como los de hace tres décadas, convincente para los chistes físicos como para los más dialogados. Lo acompaña un nutrido elenco secundario que se luce en cada una de sus participaciones. Aun cuando por momentos parece desviarse de la propuesta original, Rebobinado termina cerrando y se consolida como la comedia ideal para los devotos de la cultura pop y para todo dispuesto a divertirse un buen rato.
Retrocediendo en el tiempo. Crítica de «Rebobinado» de Juan Francisco OtañoInicioEstrenosRetrocediendo en el tiempo. Crítica de «Rebobinado» de Juan Francisco Otaño 30 julio, 2019 Bruno Calabrese Viajes en el tiempo, amor y rock en una aventura llena de situaciones absurdas y delirantes ideal para nostálgicos de la cultura del VHS. Por Bruno Calabrese. ¿Que hecho de tu pasado cambiarías que podría mejorar tu presente? Con esa premisa, Juan Francisco Otaño nos trae en su opera prima la historia de Alejandro, un joven de 30 años. Un recuerdo de un amor no correspondido de la infancia le impide ser feliz. Sueña con ser como los protagonistas de las películas, pero en realidad su vida es monótona y aburrida. Un día descubre una antigua casetera “mágica” que tiene el poder de transportarlo a través de la música al recuerdo, el año 1998, el día exacto cuando su corazón se rompió. Alejandro buscará desesperadamente reescribir el recuerdo que tanto lo marcó. En clave de humor nerd, «Rebobinado» es un compendio de referencias a la cultura pop. Desde el inicio mismo con el clásico anuncio de Gativideo que venía en las películas en VHS hasta la presentación de los compañeros que le hacían bullyng al estilo videojuego de Atari, como en «Scott Pillgrim vs the world» con Michael Cera. Todo es referencia a hechos de la infancia del protagonista. Alejandro es fanático del cine, al punto de llorar con el final de «Casablanca» de manera compungida. Su habitación está decorada con poster de películas clásicas del cine, un típico nerd salido de la serie «The Big Bang Theory». Pero no solo de eso se nutre la película, también se dedica a parodiar situaciones de la historia de la televisión y del rock argentino. Como el bloque donde Alejandro mira el programa «LTA TV» e imitan situaciones de rockeros frente a la pantalla, como la entrevista de Charly García con Jorge Lanata o el enojo de Pappo con un periodista de Much Music o el encuentro del movilero con Andrés Calamaro y la clásica frase «situación de estupefacientes, salas de ensayo» en Plaza de Mayo. Más allá de las referencias y ocurrentes parodias, Matías Dinardo se lleva todos los aplausos en el rol de Alejandro. Un personaje roomántico y soñador, que busca siempre esa historia de amor similar a la que ve en las películas. Absurda y desopilante, «Rebobinado» es entretenimiento puro, sobre todo para aquellos adoradores de los viajes en el tiempo y la ciencia ficción. Una especie de «Ciencia Loca», aquel clásico de los 80, dirigida por John Hughes pero con toque argento. Una comedia cuyo principal objetivo es pasar un buen rato y lo cumple con creces. PUNTAJE: 75/100.
Fallida propuesta que intenta, desde el humor, recuperar con nostalgia elementos del pasado en un mix de “Volver al futuro” con aquellos productos clase B que en la posibilidad de trazar otro camino en la vida terminan por complicar todo.
Volver al ‘98 El largometraje debut de Juan Francisco Otaño transpira nostalgia y cada fotograma esconde alguna clase de guiño a los jóvenes de treinta y tantos. Con una marcada influencia de Volver al futuro (Back to the future, 1985) y Hechizo del tiempo (Groundhog Day, 1993), todo lo que sucede en Rebobinado (2018) deja percibir múltiples ecos del cine y la cultura Pop de los ochentas y noventas. Hay una suerte de revisionismo sentimental que funciona como soporte para una historia de amor desencontrado. Alejandro es un joven que carga sobre sus hombros con el peso de un trauma infantil: en el cumpleaños de su mejor amigo desperdició la oportunidad de darle una carta de amor a la chica que lo tenía enamoradísimo, y desde ese momento vivió convencido que de haber resultado exitosa la declaración de amor, su vida sería completamente distinta. MacGuffin de por medio, Alejandro encuentra un reproductor de cassettes que le permite viajar en el tiempo a aquel traumático momento de sus 12 años. Todo lo que tiene que hacer es reproducir la cinta con la música que había preparado para la ocasión. Claro que necesitará varios intentos para lograr rectificar su propio destino. Se nota de principio a fin la atención puesta en los detalles. La producción independiente que contó con el aporte de la plataforma Ideame se destaca principalmente por su dirección de arte, creando espacios que reflejan el espíritu de sus personajes y dando sentido a este universo ficcional donde (no nos olvidemos) un reproductor de cassette te hace viajar en el tiempo. Todo objeto que aparece en pantalla tiene poco de casual y mucho de causal, con un trabajo de cámara y encuadre que resalta la estética de cada escena. Irónicamente, el único aspecto que podría jugarle en contra a una realización hecha con tanto corazón es su timming. ¿Se trata de una película que llega tal vez 10 años tarde? ¿No pudo alcanzar a tiempo el tren de (500) días con ella (500 Days of Summer, 2009) y Scott Pilgrim vs Los siete Ex de la chica de sus sueños (Scott Pilgrim vs. The World, 2010)? Tal vez sea así para quienes se paren con mayor frialdad ante la obra. Pero para todo aquel sentado en la butaca del cine con la idea de pasar 96 minutos distendidos, la apuesta es más que satisfactoria. La temática fantástica, a fuerza de viajes en el tiempo y personajes coloridos, nos hace creer que estamos ante un simple ejercicio pasatista. Pero al mismo tiempo, ofrece un análisis muy sincero sobre cómo eligen vivir jóvenes del nuevo milenio; cuáles son sus anhelos, qué significa realmente madurar, dejar atrás el pasado y la niñez para poder encarar los desafíos que les impone el mundo adulto. Nada mal para una película sobre un chico enamoradizo y un radiograbador devenido en máquina del tiempo.
Una invitación al delirio en una comedia de perdedores, de nerds, casi un género propio. En la historia el protagonista, fanático del cine, las series y las historietas, vive un presente de fracasos sentimentales e insatisfacción laboral. Por un artilugio consigue que pasando un casette que preparó para un cumpleaños, donde ocurrió su primera y terrible frustración sentimental, regresar al pasado. Con eso logra lo que propone el titulo ir y venir en el tiempo con la esperanza de solucionar ese revés de conquista que marco su vida para siempre. Con ritmo y buena producción la historia avanza con actuaciones algunas super-exageras y la aparición de superhéroes y compañeros de entonces cambiados sorprendentemente, este divertimento logra sus objetivos de entretener. El director Juan Francisco Otaño sostiene el endeble interés con un libro que escribió junto a Leonardo Centeno y con un protagonista dúctil como Matías Dinardo y un elenco muy parejo tanto de adultos como de niños.
Rebobinado: volver al futuro De factura artesanal, la ópera prima de Otaño se encuadra en el subgénero comedia "nerd" que Judd Apatow volvió famoso. La comedia es un género poco transitado en un cine argentino contemporáneo mayormente serio, adusto y circunspecto. Apenas algunos trabajos de Marcos Carnevale (No soy tu mami, El fútbol o yo), la filmografía de Ariel Winograd (Vino para robar, Sin hijos, Mamá se fue de viaje) y un puñadito de títulos sueltos provenientes del ala indie (Te quiero tanto que no sé, Badur Hogar, la muy recomendable Cuando brillan las estrellas, por citar ejemplos recientes) integran una lista demasiado corta para un corpus de más de 200 películas anuales. En ese contexto, el lanzamiento de Rebobinado – La película es una bienvenida noticia para los amantes de las risas. De factura evidentemente artesanal, la ópera prima de Juan Francisco Otaño se encuadra en el subgénero comedia "nerd" que Judd Apatow volvió famoso con la serie Freaks and Geeks. Los rasgos más visibles de esa filiación son un cariño enorme hacia sus personajes, secundarios no solo funcionales a las peripecias del protagonista sino también con aristas cómicas definidas y el uso –en este caso abuso– de múltiples referencias a íconos de la cultura popular de los noventa, a la vez que una tendencia a recaer en ese humor de vestuario de hombres propio de gran parte de la Nueva Comedia Americana. Tal como ocurre con los protagonistas de gran parte de la filmografía de Apatow y compañía, Alejandro (Matías Dinardo) es tímido pero bueno, dueño de un corazón enorme y poco ducho con las mujeres, con quienes no se relaciona precisamente bien aun siendo un romántico y soñador. Pero arrastra desde su más tierna infancia el trauma de haber sido rechazado por la compañerita de curso que le gustaba en una fiesta de cumpleaños. Desde entonces, frustración tras frustración. La aparición de un equipo de audio capaz de transportarlo a aquella fiesta surge como una chance concreta de revancha para conquistar a la que todavía piensa que es la chica de sus sueños. Rebobinado está hecha con indudable amor tanto por la comedia como por aquellos íconos de la cultura pop que forjaron el imaginario colectivo de los nacidos a mediados de los ’80. Ese amor se traduce en una acumulación por momentos agotadora de referencias (los viejos VHS, la estética videoclipera, Pokemón, South Park, un viejo rockero venido a menos llamado Charly Moyo y sigue la lista), como si a cada rato Otaño quisiera demostrar que filma con conocimiento de causa. La historia recorrerá las postas habituales de la comedia romántica, yendo de la obsesión inicial de Alejandro a la revelación de que el amor puede estar mucho más cerca de lo que esperaba. Entre ideas y vueltas en el tiempo que le permiten perfeccionar sus armas de seducción (tocar la guitarra, bailar, defenderse de quienes lo agreden), irá cruzándose con situaciones disparatadas que sirven en bandeja varios gags eficaces, algunos graciosísimos y otros decididamente fallidos. ¿Qué diferencia a los dos primeros de los terceros? El viejo y conocido timing, esa capacidad de rematar las escenas en el momento justo. Con algo más de concisión y un pulido fino más ajustado, Rebobinado sería más que la película llena de buenas intenciones que es.
Todos estamos marcados por nuestro primer amor de la juventud. Por aquello que ingenuamente pensamos va a ser definitivo y eterno. Y pase el tiempo que pase, nunca nos olvidamos de ese pasado que nos termina moldeando en lo que hoy somos. Nuestro protagonista, Alejandro, no es la excepción: romántico empedernido de la vieja escuela, no viene teniendo suerte con las mujeres ya que, según su criterio, quedó atado emocionalmente a lo ocurrido en 1998, cuando en el cumpleaños de su mejor amigo no pudo declarar su amor incondicional a su compañera de primaria. Pasaron los años y cae a sus manos un radiograbador que le permite viajar en el tiempo, lo que usará para intentar cambiar la historia.
Comedia nerd cinéfila al extremo, Rebobinado es una de esas películas poco habituales en el cine argentino, muy poco propenso al diálogo con la historia del cine o la cultura pop. Alejandro tiene treinta años y un rechazo amoroso en la infancia lo ha marcado hasta su solitario presente. Un día descubre una antigua casetera capaz de llevarlo a momentos de su pasado a partir de la música en los casetes. Así regresa a 1998, al momento de la crisis y el rechazo. Con un poco de Volver al futuro, Hechizo del tiempo y muchos otros films citados y parodiados, la película transcurre de forma algo torpe y sin fluidez, pero siempre con apasionada autenticidad. El timing perfecto con el que Hollywood suele hacer estas comedias aquí no se concreta y eso es lo que falla. Aun así de los muchos chistes que Rebobinado tiene hay varios que funcionan muy bien y consigue dar en el clavo. A otros se les nota efectividad de guión pero no de rodaje. Rebobinado tiene, a pesar de todo, muchas ideas y su director entrega todo lo que tiene, al igual que los actores. También la comedia romántica tiene sus altibajos, pero todo está marcado por un genuino amor por el cine.
RECUÉRDAME Sabina en Con la frente marchita decía que “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió” y quizás lo que expresa esa frase podría ser considerada como el punto de partida de Rebobinado, film nacional de Juan Francisco Otaño, en el cual se mezclan miles de referencias a clásicos del cine, la literatura y el comics para darle vida a una historia fresca y divertida. La trama tiene como base a Alejandro, un joven de 30 años, romántico y soñador. Un recuerdo de un amor no correspondido de la infancia le impide ser feliz ya que su sueño es ser como los protagonistas de las películas, pero en realidad su vida es monótona y aburrida. Un día descubre una antigua casetera “mágica” que tiene el poder de transportarlo a través de la música a aquel momento, en el año 1998, el día exacto en el que su corazón se rompió. Alejandro buscará desesperadamente reescribir el recuerdo que tanto lo marcó y sin darse cuenta transformará su vida rutinaria en una película de aventura, ciencia ficción, comedia, romance y rock. Con un inicio quizás trillado pero bien llevado, logrando captar la atención del observador, el film comienza a crecer y a la vez a descontrolarse, pasando del humor simple y directo al delirio y la locura. Sin embargo, ese trayecto entre ambos puntos se encuentra tan bien construido que no sorprende al espectador que se alcance tal inverosímil. Con un destacado trabajo visual, sorprendente para una producción local independiente, la película va transitando de referencia en referencia para cada situación que busca contar, haciéndolo en forma de homenaje, con cariño hacia esa evocación, lo cual permite disfrutar aún más del momento. Debajo de todo ese colorido de humor y nostalgia, se encuentra un mensaje simple y concreto, que es común para cualquier persona. ¿Por qué siempre pensamos que el pasado podría haber sido mejor, en vez de dejarlo allí y disfrutar el presente? Un dilema simple, pero que Rebobinado con todo su desparpajo busca dilucidar. Un film que en todo momento es disfrutable, que logra alcanzar la carcajada amplia y que con su frescura hace notar que muchas veces no es necesario hacerse el “profundo” para trascender, que con una buena historia que esté bien contada, alcanza para hacer algo que el público admire.
Critica emitida al aire en Zensitive Radio