Tracción a sangre
En "Rec 3 Génesis", la cámara ya no es protagonista y hay una vuelta al cine de terror clásico.
Una película de terror suele ser una perfecta inversión de una comedia romántica. Una va del desastre al amor y la otras del amor al desastre. Rec 3 Génesis es un ejemplo ideal de ese tipo de inversión. Empieza con una boda y termina con una carnicería.
La saga española de terror más exitosa de los últimos años rompe su fórmula de la cámara en mano y lo hace de manera explícita. Si la primera Rec representa el punto máximo que podía alcanzarse en términos de un documental ficticio, con la cámara como protagonista, esta tercera parte propone una vuelta al cine.
No se trata de un retorno ingenuo al paraíso perdido de la ficción clásica sino del reconocimiento de que la mejor manera de atravesar un límite es dar un rodeo y llegar por otro lado.
Así Rec 3 arranca como el cruce entre un video de bodas casero y uno profesional. Hay un cineasta contratado para grabar la fiesta de casamiento y a la vez uno de los invitados también lleva su cámara portátil.
El contrapunto entre ambos e incluso sus charlas ocasionales sobre cine hacen que el preludio de la historia sea formidable, fluido y a la vez desprolijo, como el reality de la felicidad de filmar y de vivir.
Pero de pronto la peste irrumpe, algunos invitados a la boda empieza a convertirse en zombis y a atacar a los otros invitados, y si bien el camarógrafo profesional quiere seguir grabando, porque "la gente debe saber", el novio se lo impide y rompe la cámara. Recién ahí, cuando ya pasaron unos 10 minutos, aparecen los créditos, y desde ese momento el relato es contado de forma tradicional, con los recursos narrativos y visuales clásicos del cine.
En ese punto Rec 3 podría haberse convertido en una más de zombis, con la intriga esquemática inventada por Georges Romero en La noche de los muertos vivos: un grupo de humanos que trata de sobrevivir a los ataques de los cadáveres. Sin embargo, elige algo más ambicioso, tal vez demasiado ambicioso: un homenaje al cine gore, como mucha sangre, espadas y motosierras. Por momentos, el resultado es una verdadera pesadilla y, por momentos, sólo un mal sueño.