UNA REMAKE SIN VUELO
La peruana Recontra loca es la tercera remake de Sin filtro, la comedia chilena de Nicolás López, que se conoce por estas tierras, incluyendo la más lograda Re loca con Natalia Oreiro. Por lo tanto, el lector más o menos informado sabrá que estamos ante la historia de una mujer maltratada laboral, sentimental y emocionalmente, que por medio de un elemento mágico termina convertida en un torbellino de maltrato contra todos los que la destrataron en algún momento. Sin filtro, y todas sus versiones, se valen de un contexto donde el debate feminista ha instalado cierta relectura de género a los géneros cinematográficos, y donde la exigencia de personajes femeninos más activos es aprovechada para una vuelta a la idea que explotaba Un día de furia: ¿qué pasa si un día nos cansamos de los agravios y nos convertimos en los que agravian? El molde que ofrece el original chileno es tan tentador para el cine (y el espectador) mainstream, que no parece haber mucho lugar para correrse. Por eso que los aciertos de toda reversión deben buscarse en aquellos espacios donde logre diferenciarse.
Lamentablemente la película de Giovanni Ciccia no innova, ni busca reescribir aquello que en la original estaba mal o incompleto a la hora de las resoluciones, algo a lo que sí se animaba por momentos la versión argentina. Adriana (Gianella Neyra) es la protagonista, la que atraviesa una convivencia frustrada con un artista bohemio bastante chanta, la que padece en su trabajo el maltrato de un jefe superficial y machista, la que sufre a una hermana que le festeja el cumpleaños al gato, la que es apurada y burlada por los técnicos de internet, los otros automovilistas, el terapeuta, por todo el que se le cruce. Recontra loca va tocando cada una de las piezas de la película original con un nivel de pereza y sumisión tal, que se termina volviendo rutinaria e intrascendente incluso para el que no vio ninguna versión anterior. La puesta en escena es chata, televisiva en el mal sentido, y carente de gracia para los chistes físicos o verbales.
Como decíamos, la remake argentina se animaba a modificar algunas cosas que no funcionaban (algunas las subrayaba), a expandir el universo de algunos personajes y a reconstruir situaciones para darle mayor volumen cinematográfico: por ejemplo tenía toda una secuencia final en un casamiento donde se jugaba con un suspenso que en las otras versiones no existe. Sin embargo, su mayor carta era la de Oreiro, actriz angelada para la comedia, que encontraba en este personaje un vehículo ideal para su lucimiento. Es decir, la historia de Recontra loca (o la versión que sea), aún dentro de su vulgaridad, puede funcionar si tiene a la actriz adecuada que traduzca en humor la energía del personaje. Y a Neyra le falta la personalidad suficiente como para convertirse en un torbellino que se lleve todo por delante. Sin esa fuerza centrífuga que absorba el interés del espectador -y ayude a esconder los errores bajo la alfombra- la película termina siendo una comedia blanda, antigua y anodina. Y eso es.