Un buen drama y un actor irritante
Más allá de su adscripción al melodrama, esa textura folletinesca de otras formas más prestigiosas, Recuérdame es una película más compleja de lo que parece. O no, no es compleja la película -que no deja de ser la convencional lucha de un hijo para que su padre lo reconozca- sino que lo que se hace complejo es tratar de dilucidar si es la presencia de un actor en constante pose lo que minimiza sus posibles aciertos o, en todo caso, si es el aprovechamiento de ese actor en pose por parte del director lo que provoca tal falla.
Recuérdame es sí la historia de un joven con padres separados, que deposita en la distancia que ha puesto su progenitor (Pierce Brosnan) las culpas sobre el suicidio de su hermano y sobre las conductas extrañas que tiene su pequeña hermana. De hecho, él mismo es todo un ser extraño, melancólico, triste, introspectivo. Tyler se verá entonces en una especie de cruzada para reintegrar de alguna manera los lazos familiares, justo cuando está por cumplir 22 años y se le vienen a la mente los consejos de su hermano, quien casualmente se mató a esa misma edad.
A partir de esta premisa, que suma la aparición de un interés romántico en la presencia de Ally (Emile de Ravin), la hija de un policía (Chriss Cooper) que sufrió la muerte de su madre a manos de delincuentes, el film parece transitar por dos mundos en paralelo: primero, el del drama de sus personajes, con sus giros más o menos previsibles; y por el otro el de la conciencia de que Recuérdame es un vehículo para que Pattinson demuestre que puede hacer otras cosas más que poner cara de vampiro anémico en la saga Crepúsculo. Dicho esto, hay una película que funciona y otra que no.
La que funciona se permite contar con ritmos poco habituales para el cine que viene hoy de Hollywood y, de hecho, se aleja de ciertos modismos del cine indie actual. No quiere lucir desprolija sino que, sin vergüenza, cruza dramas y conflictos como cualquier telenovela de la tarde. Y esto no es malo en sí: Recuérdame incluso construye algunos lazos de manera acertada y elabora coherentemente su escalada trágica. Sobre el final las cosas se pondrán serias, pero nunca solemnes, gracias a que la película es conciente de que su esencia ya es lo suficientemente trágica y a una frase que utiliza como leit motiv: “todo lo que hagamos resultará insignificante”.
Pero la película que no funciona es la que en paralelo pretende hacer de Pattinson una estrella de Hollywood. Su idea de la tristeza es poner cara de afectado al hígado. Salvo en los momentos en que comparte pantalla con su hermanita (gran actuación de Ruby Jerins), donde se lo observa suelto y simpático, durante el resto de Recuérdame luce pretencioso como no haciéndose cargo de lo que es: una figurita decorativa. A la inversa de Zac Efron, que demuestra saber divertirse, Pattinson cree que tiene que hacer cosas serias para convertirse en un actor de prestigio, y eso lo vincula con lo peor del cine de los 70’s. Y básicamente el problema es que las emociones se generan como conceptos.
Lo que cabe preguntarse entonces es si la culpa es de Pattinson o de quien le da de comer. Así como Allen Coulter, el director, sabe lo que quiere contar y cómo llevar el relato, no sabe de qué manera construir a su personaje principal. Tyler se reduce a una serie de mohines marca Pattinson, quien como robotito imita cada gesto para la pantalla en vez de preocuparse por lo que le pasa a su personaje.
Y por otra parte Recuérdame tiene un final que podríamos llamar sorpresa, y que dará para del debate acerca de su propiedad. Para algunos un recurso de guión, para otros una manipulación para el lado del llanto, lo cierto es que no se puede hablar de coherencia, pero sí al menos de justicia con aquel leit motiv que mencionábamos antes. El film habla de actos y actitudes y de cómo estas nos pueden modificar. Pero, atención, también que nunca dejaremos de ser seres insignificantes por más que tomemos esas decisiones. Para demostrar eso -y sin revelar nada- digamos que Coulter y su guionista Will Fetters se valen de un suceso casi fantástico. Y no hay comentario político ahí, sino el aprovechamiento de algo conocido universalmente y que se puede explicar sólo con imágenes.
Algo de cine se filtra tras la irritante presencia de Pattinson, logrando que Recuérdame presente algunos aciertos y sea algo más que el drama al que muchos están destrozando a falta de causas más justificables.