Secretos y mentiras
Ganadora del Premio del Público en el último Festival de Mar del Plata, esta nueva película del canadiense Egoyan hurga en las heridas aún abiertas del Holocausto.
Alguna vez Atom Egoyan (Exótica, El dulce porvenir) fue un director inquietante, provocador, audaz, de esos que generaban muchas ganas de descubrir sus nuevos trabajos. Pero desde hace ya varios años -probablemente convencido de que es un cineasta “importante”- viene haciendo películas cada vez más “trascendentes” y manipuladoras, que en realidad son mucho menos interesantes que sus primeros trabajos.
En Recuerdos secretos contó con dos notables intérpretes (Christopher Plummer y Martin Landau) para una historia que habla de las heridas aún abiertas del Holocausto con un formato de thriller que en principio no está mal, pero que tiene escondidas unas cuantas trampas demasiado cercanas a la traición hacia el espectador.
Plummer es Zev Guttman, un anciando con demencia senil que ha sufrido la reciente muerte de su esposa a causa de un cáncer. Su amigo del geriátrico (Landau) le entrega una carta con las indicaciones para buscar y asesinar a un nazi que fue jefe del sector de barracas del campo de concentración de Auschwitz y responsable de la muerte de sus familiares.
Egoyan sigue las desventuras de Guttman por buena parte del territorio de Estados Unidos (hay varios sospechosos con el mismo nombre que resultan no ser el indicado) a partir de un guión meticuloso, pero al mismo tiempo diseñado para someter al público a un tour-de-force emocional con mucho de maniqueo y de discutible ética artística y humana.