Christopher Plummer interpreta a Zev, un sobreviviente del Holocausto con demencia senil que busca vengarse de un comandante nazi. Cuando Zev enviuda, su compañero Max, de la residencia de ancianos, le entrega una carta en la que le encomienda la misión de encontrar y asesinar al alemán que mató a sus familias, a través de precisas instrucciones que deberá seguir al pie de la letra. En el mismo año en que se cumplen cien años del genocidio armenio, tema que abordó en Ararat, Egoyan vuelve a indagar en la memoria histórica del exterminio de un pueblo retomando las mismas obsesiones que han marcado su filmografía una y otra vez: el peso del pasado y las consecuencias que deja en los personajes mediante una cautivante persecución cinematográfica.
Lo interesante de Remember es la vuelta de tuerca que Egoyan logra darle a un tema tan visitado y, a esta altura, tan poco original en la historia de cine. En otras películas con tramas similares, el tiempo parece sanar o al menos aplacar las heridas y los traumas del pasado, mientras que aquí sucede todo lo contrario: el sentimiento de furia sigue estando presente en Max, que contiene su ira y encuentra su propia forma de hacer justicia. Para llevarla a cabo, este hombre, que ha dedicado gran parte de su vida a rastrear criminales de guerra, ejecuta un plan perfecto y termina creando, como lo hizo el nazismo, su propia maquinaria de muerte.
Con un ingenioso y sólido primer guion del joven Benjamin August, la película crea una atmósfera donde la hostilidad y la oscuridad son los protagonistas de cada plano. El alivio llega de la mano de ciertos momentos de humor negro en los que, incluso a pesar de su avanzada enfermedad, Zev es capaz de poner en práctica una siniestra metodología, lo que dota a algunas escenas de un fuerte tono irónico. Contar más sería arruinarle al espectador la posibilidad de entregarse a una experiencia tan particular, de esas que cada vez son menos vistas en pantalla grande.
Remember cuenta además con las notables actuaciones de Martin Landau, Bruno Ganz, un irreconocible y maquilladísimo Jürgen Prochnow y Dean Norris, que ya ha demostrado estar a la altura de los grandes en Breaking Bad. La secuencia en la casa de este último es uno de los puntos más altos de la película y otra razón para no olvidar nunca el inagotable talento de Christopher Plummer.