El thriller del director Atom Egoyan indaga en el horror del pasado a través de una venganza que se pone en marcha y cuenta con excelentes actuaciones de Christopher Plummer y Martin Landau.
La última creación del director armenio-canadiense Atom Egoyan, de quien se recuerdan Exótica, El dulce porvenir y Chloe, entre otras, se sumerge en los vericuetos de la memoria y del horror nazi a través de una historia que enciende la mecha de la venganza y transmite al espectador la confusión que atraviesa Zev, el anciano con demencia senil encarnado magistralmente por Christopher Plummer.
El personaje acaba de enterrar a su esposa y durante el funeral, recibe una carta de su compañero de la residencia de ancianos donde vive, Max -Martin Landau -otra leyenda de la pantalla grande- con una tarea casi imposible: encontrar al nazi que mató a su familia en el campo de concentración de Auschwitz donde estuvo preso.
Christopher Plummer, el magnífico actor canadiense de 87 años, recordado por su capitán Von Trapp de La novicia rebelde y últimamente visto en Elsa & Fred y Beginners, compone a un hombre preso de su propia enfermedad pero con la convicción de escapar del asilo, viajar al otro lado del país y emprender su búsqueda con el arma siempre a mano. Cuatro direcciones anotadas en un papel -sólo una lo llevará al verdadero responsable del horror- son las razones suficientes que lo empujan a ejecutar su esperada venganza.
En su peregrinaje se topará con personajes siniestros relacionados con el pasado y que marcan ahora su presente, desde el policía neonazi -Dean Norris- que tiene una perra llamada Eva hasta la familia que ignora al "monstruo" con el que vive. En tanto, el hijo de Zev -Henry Czerny- lo buscará incansablemente al enterarse que su padre deambula confundido y lejos del hogar.
Egoyan suma intriga y suspenso a este inquietante juego de la memoria en el que destacan los climas creados, y sobre todo, las actuaciones de un elenco sólido que incluye nombres como los experimentados Jürgen Prochnow y Bruno Ganz -quien compuso a Adolf Hitler en La caída.
A partir del guión de Benjamin August, el film tiene huellas de Memento, de Christopher Nolan, imprime tensión sobre el peligro inminente y juega con la idea de hacer justicia por mano propia, siguiendo el pedido del amigo confinado a una silla de ruedas, para terminar con la vida del nazi que vivió todo este tiempo en libertad. No es el mejor trabajo de un director con estilo propio como Egoyan, pero la película tiene las herramientas suficientes y a los intérpretes justos para atrapar al espectador.