La primera de la serie, y viendo los resultados de la segunda entrega espero que ésta sea la ultima, traía aparejado el enemigo invisible, “el tiempo”, ese que avanza inexorablemente. Los personajes de la originaria “Red” (2010), “Retirados Extremadamente Peligrosos” (es la traducción de las siglas) todos ex espías, debían ser “silenciados” por los secretos que podrían revelar o develar. Todo un juego perverso entre “ya no los necesitamos”, les “tenemos miedo” más que respeto y “todavía cantamos”
Ahora, años después, nos encontramos con los mismos personajes, y he aquí uno de los errores del filme, dar por sentado que el público los conoce, porque no hay casi presentación de los mismos, lo que implica hacer imprescindible, casi, el haber visto la primera. Sí hay algunos personajes agregados, también casi sin presentación oficial, de manera bastante informal, con un poco más de desarrollo respecto de los que hacen su segunda aparición, eso si, todos interpretados por grandes actores, que cumplen profesionalmente, lo que termina siendo sólo eso: Grandes nombres.
Todos los originales sobrevivientes de la primera son acusados de ser los participes necesarios de la construcción y ocultamiento durante la “guerra fría” de la bomba más poderosa construida por el hombre, situación que los pone en categoría de ser los terroristas más buscados.
El director de esta secuela (me vuelve a sonar como definición de enfermedad) no le imprime a la producción nada de lo logrado en la primera, no hay sorpresas, no hay giros ni en el relato ni en la estructura narrativa, los personajes no tienen ni dobleces ni progresión. Los actores todos eficientes, destacándose nuevamente Mary Louise Parker, como la pareja de Bruce Willis, ansiosa de aventuras; John Malkovich tiene reiteradamente a su cargo los mejores remates humorísticos, más por el personaje que por diálogos; Helen Mirren, David Thewlis, Anthony Hopkins correctos los tres, salvo que del trío Helen es la que más en serio se toma el personaje y causa más gracia, en tanto el actor coreano Byung Hun Lee sólo demuestra que sabe dar patadas, con coreografía cero, y que posiblemente Jet Li le hubiese dado otro carisma al personaje, lo que, por otra parte, hace extraña a Jackie Chan; por ultimo Catherine Zeta Jones no termina por definirse en su personaje de malvada, sexy, femme fatale de buen corazón, que parecía proponérsele desde el guión.
La fotografía parece estar puesta más por obligación que por una búsqueda estética, esto es que los objetos y los héroes tienen que verse, con lo que ya es suficiente. Las escenas de acción, las persecuciones, no generan el vértigo necesario que es, en definitiva, su razón de ser, mientras el diseño de sonido y la banda sonora se emparentan en su definición con la fotografía, o sea, es necesaria, mientras que la música pasa desapercibida, digamos que hubiese dado lo mismo que no esté, no genera climas ni tensión, ni nada.
El filme en sí mismo es un catalogo de lugares comunes, previsible, con humor nulo, mientras el texto es una excusa para recaudar dinero, pero tampoco creo que en esta variable los productores vean colmadas sus expectativas, lo que demuestra que a veces es bueno retirarse a tiempo, valga la paradoja.