Simpatía forzada
Red 2 está construida sobre el éxito de Red, el film basado en un cómic que tuvo gran respuesta de taquilla tres años atrás. En algún sentido, esta secuela no podrá ser entendida sin el film anterior, donde el centro de la trama estaba en la idea de que un grupo de agentes en edad de jubilarse demostraban tener la habilidad y la vitalidad para llevar adelante con éxito misiones imposibles. Pero esta secuela no insiste tanto sobre este punto, sino que asume que el espectador ya lo conoce. Gran error, por cierto, ya que será bastante difícil que alguien se enganche con este relato sin conocer el anterior.
Frank Moses (Bruce Willis) es el agente de la CIA retirado alrededor del cual se arma la trama. El está casado con Sarah (Mary Louise Parker) quien desea ansiosamente abandonar la rutina matrimonial y que su esposo la lleve a vivir las peligrosas aventuras que solía tener. Las aventuras no tardarán en llegar, por supuesto. Como coletazo de la Guerra fría ha quedado un dispositivo nuclear escondido hace décadas que podría ser utilizado. Una serie de personajes se sumarán para sumar intrigas y vueltas de tuerca, siempre manteniendo el tono de comedia de acción que caracteriza a ambos films.
El problema es que el guión es pobre, las sorpresas son todas irrelevantes, y que el verdadero doble sostén de este relato es el tema y el tono. El tema –o uno de ellos- es reivindicar a las personas que por su edad la sociedad –y el cine comercial- desprecia. Cómo ya fue dicho, esto quedaba más claro en el film anterior. En cuanto al tono, la idea es que estos actores de primer nivel (súmenle a John Malkovich, Helen Mirren, Anthony Hopkins, Catherine Zeta-Jones) jueguen con ligereza y simpatía absoluta sus roles. Pero lo hacen con tan poca convicción que consigue el efecto contrario.
No sé cuál es el concepto que maneja John Malkovich pero a juzgar por lo que hace acá, simplemente no entiende nada. Fuerza la comedia poniendo cara de comediante, algo imperdonable que lo convierte en un personaje insufrible. Lo mismo hacen todos los demás, excepto Helen Mirren, quien no hace comedia ni por un momento y por lo tanto resulta graciosa. De las docenas de chistes tontos que el film tiene, tres funcionan perfecto, los demás son una rutina televisiva de esas que los actores improvisan cuando caen de invitados en algún programa de segunda.
No está mal recordar que Sylvester Stallone, un actor mucho menos prestigioso que los que aquí aparecen, encaró hace unos años la serie de films The Expendables (inexplicablemente llamados en Argentina Los indestructibles), donde junto con varios veteranos del cine de acción, incluido Bruce Willis, hizo dos enormes películas que funcionaban a todo nivel. ¿Cuál es la diferencia entre la saga de Los indestructibles y la de Red? La respuesta parece simple: Convicción. Stallone cree en lo que hace, lo hace porque lo ama. Acá los actores sólo parece que están para ganar plata sin importa el medio. No importan las intenciones, se podrá decir, sino el resultado. Y eso es lo que estamos juzgando: el resultado es forzado y carece de cualquier asomo de convicción.