Hay que ser sinceros, una película que narra los acontecimientos que dieron comienzo a la red social número uno hoy en día del mundo es muy poco interesante y, desde un principio, parecía que iba a ser una de esas cintas en las que se eleva por los cielos a una empresa con solamente fines publicitarios. Por suerte esto no sucede y lo que parece ser una historia simple y aburrida sobre la creación de una marca, en manos de David Fincher, su director, este film es lo más cercano a la perfección dramática de actualidad que pudimos ver en los últimos años.