El amigo de todo el mundo no es un amigo
"El amigo de todo el mundo no es un amigo" decía Aristóteles así como Luc De Clapiers decía que el odio de los débiles no es tan peligroso como su amistad. Dos grandes citas que durante añares supe tener resaltadas en mi cuarto de adolescente. Y es que viendo Red social uno no puede menos que hacer la primera gran asociación paradójica: cómo un hombre que es tan sociable como el Alceste de Molière pudo dar con una idea que revolucionó justamente la forma de relacionarnos todos. Y aquí es donde la película, basada en la obra de Ben Mezrich "The accidental billionaires", cuece sus nueces contando el cómo surge la idea de facebook, cómo causó una seguidilla de tufos legales y cómo- en definitiva lo más importante de la cinta- una amistad única termina haciéndose añicos.
No sé cómo retratará específicamente Mezrich al joven Zuckerberg o a Sean Parker (aquel que diera en su momento con la idea del Napster) en su libro, ni mucho menos cómo habrá sido la cosa realmente, lo que sí sé es que este film- dirigido por David Fincher y producido entre otros por Kevin Spacey - los destroza. Mark (Jesse Eisenberg) es un muchacho super inteligente, de perfil bajo, el típico nerd universitario al que la novia lo ha abandonado por desubicado. En un acto de despecho termina posteando en la web una verborrágica arremetida contra la pobre muchacha y las mujeres en general, seguido de una página a modo de juego que causa gran revuelo y por lo que llamará la atención de los hermanos Winklevoss (ambos interpretados por Armie Hammer) quienes según el film traen el germen de lo que luego sería Facebook y, posteriormente, los primeros en demandarlo.
Pero la cosa no queda en meros enredos legales. Lo que tiene justamente de valor esta película es la forma segura y eficaz en que Fincher nos cuenta el asunto con una estructura narrativa que ya hemos visto antes pero que no por eso se desmerece. Es una historia que vende desde el vamos, que interesará siempre desde que apunta a contarnos cómo un muchachito casi casualmente- al menos en apariencia- da con una idea multimillonaria y termina cumpliendo lo que para muchos sería algo así como el sueño americano: chasquear los dedos y que surja petróleo gracias a una idea que no solo da réditos casi ad infinitum sino que ha cambiado los hábitos del mundo entero. Fincher muestra gran soltura con una historia de poder y ambiciones que parece sencilla pero que da para varias lecturas; no será su obra maestra ni mucho menos el gran estreno del año (espero) pero sí es una película que merece verse sobretodo para desmitificar lo que muchos en esta sociedad parecerían valorar: que el dinero hace a la felicidad ( alguien nombró a Fort?).
El reparto incluye actuaciones correctas y momentos muy lúcidos que muchos apuestan a ver nominados por la Academia; por mi parte no lo creo aunque con esta gente nunca se sabe, después de todo Fincher es Fincher pero las comparaciones con trabajos anteriores- como el Club de la pelea o incluso Benjamin Button- seguramente serán inevitables. No obstante destaco a Mr. Timberlake, el otrora estrella de la música, que cada vez se afianza más como un gran actor y a Andrew Garfiled quien más polenta le agrega al elenco. En ambos es donde mejor recae la esencia dramática de la obra, mientras que Eisenberg sigue empantanándose con los mismos tipos de personajes aunque hay que reconocer que este papel en particular le asienta indiscutiblemente.
Un film entretenido, bien contado, nada sensacional pero muy bien armado y vendido para no dejar pasar.