La antirepresentación.
Resulta casi incontrastable que el director Matías Szulanski conocía los riesgos a la hora de mencionar como punto de partida de su obra a Chantal Akerman, la realizadora belga fallecida en 2015, aunque en la aclaración que el resultado no iba a estar a la altura de sus películas el sólo hecho de traerla a escena ancla la mirada de un espectador siempre que exista cierta familiaridad con alguna de sus títulos.