Una Buenos Aires oscura y casi tenebrosa. Una madre y su hijo que la recorren escondiéndose de un marido/padre violento que siempre permanece fuera de campo (no se lo ve), pero cuya amenaza es omnipresente. Un recorrido por una ciudad dura, desangelada, violenta, en la que una madre y su hijo deben poder atravesar y sobrevivir. Así es REFUGIADO, posiblemente la mejor película de la carrera de Diego Lerman, una que toca temas que podrían ser catalogados como “políticamente correctos” (la “violencia de género”, digamos), pero que lo hace con sabiduría, inteligencia y talento, y sin recurrir a lugares comunes ni discursos ni frases hechas.
Julieta Díaz entrega el mejor papel de su carrera en este filme en el que acompaña a su pequeño hijo en un derrotero que la lleva de los monoblocs en los que vive con su pareja golpeadora a un refugio para mujeres y de ahí a las calles porteñas, siempre buscando escapar de la amenaza. Tironeada por su relación con su marido, pendiente de su niño, tratando de superar un hecho violento que es el punto de partida del filme, la protagonista se encuentra a sí misma en esa complicada supervivencia.
REFUGIADO tiene su grado de tensión y suspenso, siguiendo las desventuras cotidianas de madre e hijo. Una primera etapa del filme se centra en el refugio en el que ambos paran: el niño se siente bien y acompañado (la niña colombiana con la que comparte aventuras es un hallazgo), pero la madre entra en una severa depresión y decide escapar antes de enfrentar la situación legal con su pareja, a la que sigue temiendo y de quien no parece poder desprenderse del todo. De ahí en adelante está entregada a su suerte, a las dependencias que ambos tienen con el ex y a la posibilidad de sobrevivir y de formar una nueva vida con pocos recursos y bajo una amenaza permanente.
refugiado-528x277Con una notable dirección de fotografía del polaco Wojciech Staron (EL PREMIO) que transforma a las zonas marginales de Buenos Aires en un simil cinematográfico de ciudades del Este de Europa (oscura, gris, nublada, densa) y con un trabajo extraordinario del niño Sebastián Molinaro –que junto a Julieta Díaz son el objetivo persistente de la narración–, Lerman logra un filme que trasciende las limitaciones de su tema: es una pintura urbana, pura, dura y sin concesiones, de las dificultades de sobrevivir a una relación violenta y codependiente, que nunca termina de permitir que las personas se liberen del todo de lo que las lastima.
Eso, sin dudas, es lo mejor que tiene el filme: REFUGIADO no es solo la película de una madre y su hijo tratando de escaparse de una situación violenta. Es la de una familia que se desmembra y en la que, aunque al padre no lo veamos, sabemos que su figura ejerce una fuerte presión en los demás. El amor es más complicado –parece decir el filme– que entrar y salir de situaciones difíciles e incómodas. Es, uno supone, saber encontrarse a uno mismo y poder, a partir de ahí, vivir con los demás. Y eso es lo que tratan de hacer aquí los protagonistas. Una película notable del cine nacional reciente, con Julieta Díaz en una actuación que, solo juzgando el largo plano secuencia de su “declaración” en el refugio, merece todos los premios que se entreguen a la actuación en la Argentina este año.