Para disfrutar el género de terror en su mejor expresión del año
Con el estreno de “Regreso a casa” parecemos asistir a otra etapa en la vida artística del director Yimou Zhang en la cual vuelve a revisar una parte de la historia reciente de China, tal como lo hiciera al principio de su filmografía pero esta vez con un contexto directo que obra como factor omnipresente de su historia: La transición entre la última Revolución Cultural y los años posteriores.
Lu Yanshi (Chen Daoming) es buscado por las autoridades luego de escaparse tras diez años de encierro. Su momento furtivo lo lleva a tratar de volver a hacer contacto con Feng (Gong Li), su esposa, y con su hija Dandan (Huiwen Zhang) a quien apenas conoce. Arreglan para reencontrarse, pero todo es frustrado por las autoridades lo cual provoca un shock en Feng. Terminado ese régimen, Lu es liberado como preso político, pero su esposa ha quedado en un estado cíclico en el cual cada tanto va a la estación de ferrocarril a buscar a un esposo que no llega nunca, sin darse cuenta que lo tiene al lado.
Con una generosa puesta y recreación de época, algo que en el cine de Yimou Zhang siempre es una caricia para la vista y el alma, el guión, basado en la novela de Yan Gelin, hace eje en la memoria, en los ideales estancados y en la consecuencias de cualquier régimen en la capacidad de pensar de las próximas generaciones. En este sentido, la presentación de Dandan, la hija, se vuelve fundamental para la historia como el catalizador del conflicto, pero también como la respuesta al intento de emplazar la coyuntura socio-política de la época, sin dejar de poner la inocencia como el motor impulsor. La niña se rompe el alma para quedar como protagonista del elenco de un ballet escolar que además supone la gloria o la deshonra para ella, en pleno régimen de Mao Zedong. Ser “la hija de…” es lo que signa su destino por encima de su talento, y en ese contexto su fidelidad al partido también la ha despojado del vínculo con la figura paterna. Al encontrarse con él, al comienzo su camino ético se bifurca. Denunciarlo podría entenderse como su prueba de devoción hacia el Partido, pero también como la renuncia a la relación padre-hija que, por otro lado, nunca existió.
En el otro costado de la trama está la relación entre Lu y Feng. Se adivinan sus etapas como pareja, todas ellas marcadas por los acontecimientos históricos. La memoria de la mujer (shockeada por un golpe tanto anímico como físico) quedó detenida en ese tiempo, trazando una metáfora sobre la incapacidad para superar la opresión de las ideas. Allí es donde el texto cinematográfico enriquece su contenido para transformarlo en una verdadera lectura y visión de una época que sin dudas marcó un antes y un después en la historia. Según las palabras de Yan Gelin la gente es más víctima que responsable de la política.
Más allá de la multiplicidad de lecturas, “Regreso a casa” se configura como una preciosa historia con tintes dramáticos muy bien logrados por las estupendas actuaciones de todo el elenco, en especial por la pareja protagónica. En la superficie podrían encontrarse reminiscencias con “El regreso de Martin Guerre” (Daniel Vigne, 1982) y “Como si fuera la primera vez” (Peter Segal, 2004), porque ambas jugaban, por un lado con la duda y la congoja ponderadas por el deseo de ser y la soledad, y por el otro con la amnesia emocional. Este estreno aprovecha algunos de estos elementos (porque no falta humor en esta realización) y los potencia para explicar y agigantar las dos palabras del título. Los regresos no son fáciles y casa, en tanto hogar, es un lugar gigante. Lleno de vacíos, de omnipresencias externas al seno dispuestas a influenciar en las rupturas y también en las reconstrucciones.