Piadoso melodrama devuelve a la pareja Zhang Yimou-Gong Li
Tras largos padecimientos, un hombre vuelve al hogar y encuentra que su amada, de tanto esperarlo y padecer, se ha vuelto amnésica. Ya no lo reconoce, pero él tratará de acompañarla aunque sea fingiéndose otro. Ese es, grosso modo, el argumento de este suave y tocante melodrama con que el maestro Zhang Yimou retoma ciertos asuntos muy cercanos a su corazón y su conciencia cívica. Retoma además su relación artística con la formidable Gong Li, que aquí actúa "a cara lavada", dejando ver en su rostro y sus hombros las marcas del tiempo. Ella, que fue la carita más linda de todo el cine chino.
Sería bueno recordar, otro día, las películas que director y actriz hicieron juntos, desde "Sorgo rojo", bellísima, intensa y terrible, hasta "La maldición de la flor dorada", costosa y artificial aunque entretenida. Dicho sea de paso, en esa línea de gran espectáculo él condujo también la memorable inauguración de las Olimpíadas de Pekin y algunas otras cositas por el estilo. Y en una línea de espectáculo sencillo, el hermoso "Amor bajo el espino blanco", que acá sólo se vio en una fugaz muestra de cine.
Tanto en esa obra como en la que ahora vemos, se describe el dolor de una pareja destruída por la locura colectiva de la Gran Revolución Cultural Proletaria. Pero aquí hay algo más grave todavía: parte de esa locura está dentro de la casa, en la actitud fanática y arribista de la propia hija. El asunto abreva en "El criminal Lu Yanshi", de la escritora Geling Yan, pero sobre todo en la parte final de esa novela, poniendo el acento en la cariñosa y sufrida relación del marido con su mujer que ha perdido la memoria.
Según dicen, algunos observadores chinos interpretan esa amnesia como una metáfora de la autocensura que las viejas generaciones se impusieron para seguir vivas pese a todo lo que sufrieron. Esa interpretación es más que válida. Y también es válida la manera de contar esa historia. Es un melodrama contenido, piadoso, y naturalmente triste. Chen Daoming acompaña a Gong Li sin forzar los gestos. Huiwen Zhang, con su expresión altiva, promete ser una buena actriz joven, así como la película entera nos promete un regreso de Yimou al nivel de antes. Y la música de Qijang, despaciosa, dolida, es casi otra protagonista. El conjunto emociona, y obliga a revisar la historia de los años 60 y 70.